Una molécula de naturaleza lipídica podría ser muy relevante a la hora de conocer el poder de diseminación dentro del organismo de las células del cáncer de próstata y de otros tumores de elevada incidencia en humanos.
Así lo revela un trabajo realizado por investigadores del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata de la Universidad Nacional de La Plata –Conicet.
Los resultados fueron publicados en la revista científica Lipids. A fin de realizar diagnósticos lo más precisos posibles y definir, dependiendo del caso, el tratamiento indicado para distintas formas de cáncer, desde hace décadas se han venido desarrollando estrategias para detectar cambios moleculares en las células y emplearlos como indicadores tempranos de la existencia de procesos neoplásicos.“Es en el genoma en donde radican los cambios primarios –producto de la interacción con el ambiente- que llevan al crecimiento descontrolado de una estirpe celular. Estas alteraciones genómicas se traducen a su vez en modificaciones de la expresión de productos metabólicos, inicialmente proteínas y luego hidratos de carbono, lípidos y otros elementos”, afirma el doctor Carlos Marra, investigador independiente del Conicet y del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata (INIBIOLP).
Carlos Marra, quien también se desempeña como profesor adjunto en la cátedra de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata, junto a un equipo de colegas del INIBIOLP, comprobó que el análisis de un tipo de molécula lipídica llamada éter-lípido de fosfatidiletanolamina en muestras de tejidos es un marcador sensible, específico y confiable, no sólo para determinar si un tumor es maligno o benigno, sino también para determinar la capacidad de un cáncer para producir metástasis.
Los resultados del trabajo fueron publicados en la revista científica Lipids.Si bien desde hace muchos años, los análisis convencionales se centraron en la detección de determinadas sustancias proteicas para confirmar -o no- la presencia de tumores y de su poder metastático, los autores del trabajo consideran que los lípidos tienen mucho que decir al respecto.Lípidos como bioindicadores.Marra y sus colegas pusieron su atención en los lípidos a partir de investigaciones previas que habían revelado que todos los cánceres o tumores malignos presentan elevados niveles de ácido oleico en sus moléculas lipídicas. “El ácido oleico es un componente normal de los lípidos celulares, pero durante el proceso de malignización su concentración aumenta progresivamente situándose por encima de los niveles habituales”, señala el experto.
El trabajo de los investigadores del INIBIOLP consistió en el análisis de tumores de mama, pulmón y próstata provenientes de 677 muestras obtenidas mediante microbiopsias en las cuales una parte de la muestra constituía el tejido tumoral en sí, y la otra correspondía a tejido sano circundante a la lesión.“Estas muestras se analizaron en forma convencional por métodos histopatológicos para determinar con precisión el tipo de cáncer en cuestión, y por otro lado, se hicieron las determinaciones bioquímicas de contenido de ácido oleico en los diferentes fosfolípidos extraídos de ambos tejidos, tanto normal como tumoral”, indica Marra. Y continua: “Los métodos histopatológicos convencionales se utilizan para la clasificación inicial de la lesión, pero se requieren estudios posteriores para determinar su grado de malignidad real y su capacidad para colonizar tejidos remotos”.
Además de dichos estudios, a cada paciente se le tomó una muestra de sangre para medir en el plasma varios marcadores tumorales de los usualmente empleados en la práctica clínica (todos de naturaleza proteica) con el fin de comparar la sensibilidad y la especificidad de estos métodos clásicos con el nuevo marcador lipídico.“De los análisis efectuados se calculó un índice obtenido por cociente entre el contenido de ácido oleico del tejido sano y el del tejido canceroso del mismo paciente que se expresó como porcentaje de cambio. El principal hallazgo de esta investigación fue descubrir que este marcador lipídico fue mucho más sensible, específico y confiable que cualquiera de los marcadores tumorales convencionales considerados individualmente o combinados. Esta conclusión se desprende de los análisis estadísticos de acierto o predicción que tuvieron ambas baterías de resultados, es decir entre los marcadores clásicos y el marcador lipídico.Pero a su vez, las mediciones de los niveles de ácido oleico en esta subfracción lipídica en particular demostraron tener una correlación lineal con la capacidad de un tumor para producir metástasis, lo que a juicio de Marra, “constituye una herramienta de relevante valor para el pronóstico de la enfermedad y para el diseño de estrategias terapéuticas, pues se contaría con un evaluador del riesgo-beneficio a la hora de diseñar el protocolo con quimioterápicos, radioterapia, u otras medidas para su tratamiento”.“Sería interesante que estos resultados se ratificaran mediante su implementación a gran escala en la práctica clínica, pero esto requeriría en primera instancia del equipamiento y del entrenamiento del personal de laboratorio para poder cumplir con estos fines”, afirma el especialista.Por otra parte, Marra destaca la necesidad de afianzar la cooperación entre el sistema médico y la comunidad científica para avanzar en la lucha contra el cáncer. “En general, resulta complicado obtener muestras de procedencia humana para realizar este tipo de investigaciones.
En este sentido sería importante concientizar tanto a los médicos como a los pacientes para que colaboren en proyectos de investigación que involucren muestras de origen humano”. FUENTE: Agencia CyTA – Instituto Leloir
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