El saber sí ocupa lugar

El hipocampo debe resetear la información que contiene para poder almacenar más. Hacer ejercicio físico favorece el 'vaciado' de recuerdos en esta estructura. El constante recambio de neuronas en esta área está detrás de este fenómeno.

Para que se formen nuevos recuerdos, es preciso borrar los antiguos. No significa que para aprender a conducir haya que olvidar la tabla del dos, porque este fenómeno no es generalizado. Sólo ocurre en una pequeña estructura del cerebro, dónde el continuo recambio de neuronas es esencial para que las viejas memorias desaparezcan y dejen sitio a las nuevas.

En los primeros compases de la formación de ciertos recuerdos es crucial la función del hipocampo, una estructura del cerebro situada en el lóbulo temporal que interviene en los procesos de aprendizaje y memoria. Cuando, al poco tiempo de adquirir un miedo lo evocamos, su recuperación depende de la actividad de esta área del sistema nervioso central. Pero, con el paso del tiempo, su activación se reduce sin que, por el contrario, dicho miedo desaparezca.

¿Qué ha sucedido entonces con ese recuerdo? Numerosos estudios indican que nuestro cerebro desplaza la memoria de unos compartimentos a otros, y acaba almacenada en estructuras superiores como el neocórtex. Este reseteo de la información del hipocampo tiene lugar "para preservar su capacidad de aprendizaje", explica un trabajo publicado en la revista 'Cell'.

Junto a este fenómeno del decaimiento de la actividad hipocampal durante la recuperación de recuerdos, los científicos han constatado otro sorprendente hallazgo: la continua regeneración neuronal en esta estructura. Esta neurogénesis se ha relacionado con procesos antidepresivos, algunas enfermedades del sistema nervioso central, el aprendizaje y la memoria. Tal vez, se aventuraron los autores del citado trabajo, también fuera responsable de mantener el hipocampo como una hoja en blanco.

Cada nueva neurona, para ser funcional, debe establecer conexiones con los circuitos que la rodean. Esta integración constante de células nerviosas en las redes hipocampales "podría alterar la información preexistente en ellas", señala el estudio, lo que explicaría por qué los recuerdos desaparecen de esta área.
Correr para aprender

Los investigadores, procedentes de la Universidad de Toyama (Japón), diseñaron dos experimentos. Trabajando con ratas cuya capacidad de neurogénesis había sido drásticamente limitada –bien mediante radiación bien genéticamente- comprobaron que la activación del hipocampo al evocar un determinado recuerdo se mantenía en el tiempo sin que parecieran debilitarse los circuitos que lo contenían.

Al inhibir la formación de nuevas neuronas, el periodo en el que las memorias permanecen en el hipocampo se prolongó. Hecho que sugiere cierta conexión entre ambos fenómenos.

Después, sometieron a otro grupo de ratas a una rutina que estimula la neurogénesis: el ejercicio físico. Tras dos semanas corriendo en una rueda, "la proliferación celular en el hipocampo aumentó marcadamente", explica el estudio. Al contrario de lo observado antes, el debilitamiento de la actividad del hipocampo se había acelerado en estos roedores sin que, por ese motivo, hubieran desaparecido los recuerdos.

Estos datos sugieren "la existencia de un mecanismo que coordina la pérdida de memoria en el hipocampo y su traslado a otras estructuras", señalan los autores. En ese trasvase de información, la neurogénesis del hipocampo desempeñaría un papel central, al desplazar a las viejas neuronas y alterar los circuitos nerviosos.

"El aumento de la neurogénesis causado por el ejercicio aceleraría la pérdida de memoria en el hipocampo y, al mismo tiempo, facilitaría su transferencia al neocórtex", ha explicado Kaoru Inokuchi, quien ha dirigido el estudio. "La capacidad de almacenamiento de recuerdos del hipocampo es limitada, pero el ejercicio puede incrementar [de este modo] la capacidad [total del cerebro]", añade.


Prehistóricos sí, pero no tan primitivos

Los cazadores del Paleolítico no sólo fueron capaces de crear obras de arte aclamadas como Patrimonio de la Humanidad, sino que también sacaron provecho para sobrevivir de principios científicos que se enunciarían varios milenios más tarde y que hoy son la base de inventos como el avión o el motor diésel.t
El descubridor de Altamira, Marcelino Sanz de Sautuola, murió señalado como un farsante por los principales paleontólogos europeos de su época, porque la ciencia de finales del siglo XIX tenía tal concepto de la Prehistoria, que no podía admitir que unos seres primitivos pudieran crear arte y, mucho menos, pintar una maravilla de la talla de los bisontes polícromos de Santillana del Mar.

La afrenta de la ciencia al descubridor del primer testimonio del arte rupestre paleolítico quedó saldada en 1902 cuando uno de sus mayores detractores, el francés Émile Cartailhac, reconoció públicamente su error, pero en el imaginario colectivo todavía pervive una idea del hombre de las cavernas como un ser primitivo.

El Museo de Altamira lleva años luchando contra esa imagen, con actividades que revelan al visitante que sus antepasados de hace 20.000 años no eran menos inteligentes que él. Eran Homo sapiens. "No confundamos inteligencia con conocimiento o información. Las capacidades neurobiológicas de una persona de hace 20.000 años eran idénticas a las nuestras. Su capacidad de aprendizaje y análisis era la misma", explica el director del museo, José Antonio Lasheras.

La última de esas actividades tiene lugar estos días, con motivo de la Semana de la Ciencia, una cita que Altamira suele aprovechar cada año para lucir sus programas de arqueología experimental y mostrar a los visitantes cómo era la vida en la Prehistoria.

Este año cuenta con la colaboración del Aula de la Ciencia de la Universidad de Cantabria, cuyo director, el profesor de Termodinámica Julio Güeméz, no oculta su admiración por la brillantez que demostraron los hombres del Paleolítico para aplicar a base de observación y ensayo-error principios de la física que llevaron de cabeza a los matemáticos hasta los siglos XVIII y XIX.

Estos son algunos:

PRINCIPIO DE CONSERVACIÓN DE LA ENERGÍA, que podría traducirse así para los hombres del final de la última glaciación: "Cómo hacer fuego golpeando dos piedras o frotando un palo contra una madera".

La ciencia creyó hasta casi el siglo XIX que el calor era un fluido ingrávido, que se transmitía de objeto a objeto. De hecho, explica Güémez, esa teoría funcionó razonablemente bien hasta que un soldado metido a fabricante de armas, Benjamin Thompson, conde de Rumford, se preguntó en 1798 por qué se calentaban tanto sus cañones de bronce cuando perforaba el ánima con una broca roma.

Rumford dedujo que el calor no lo transmitía un objeto a otro, sino que era fruto del rozamiento. Era movimiento, energía mecánica. En el Paleolítico, el hombre aplicó ese mismo principio durante milenios, al golpear pedernal y pirita para obtener una chispa o al frotar dos maderas para obtener una brasa con la que hacer fuego. Con siglos de tecnología de diferencia, puso en práctica los mismos principios por los que funcionan un mechero o un motor diésel.

LA TEORIA DEL CALOR ESPECÍFICO, o cómo hacer hervir el agua utilizando piedras.

El químico escocés Joseph Black explicó en el siglo XVIII por qué unos materiales necesitan más energía para calentarse que otros e introdujo en la termodinámica el concepto de calor específico.

En la Prehistoria, el hombre tuvo que enfrentarse a la necesitad de hervir agua, una de las sustancias con mayor calor específico de la naturaleza, tanto, que elevar un grado la temperatura de un kilo de agua requiere la misma energía que levantar un metro un peso de 400 kilogramos. Y lo resolvió poniendo al fuego piedras, que se calientan con poca energía, y sumergiéndolas en el agua, con lo que lograba el mismo efecto que en la actualidad emplean en las saunas finlandesas.

EL TEOREMA DE BERNOULLI Y EL EFECTO VENTURI, o cómo pintar con aerógrafo hace 20.000 años. Esos dos complejos fenómenos físicos sobre el comportamiento de los fluidos, desentrañados en el siglo XVIII por los científicos que les dan nombre, son hoy la base del barómetro o incluso de la aerodinámica que explica la sustentación de los aviones.

Los hombres que habitaron la Cornisa Cantábrica en el Paleolítico los aplicaron para pintar con aerógrafos rudimentarios, de los que se han encontrado ejemplos en Altamira. Y lo consiguieron tras descubrir que si colocaban un hueso hueco de ave sobre un pigmento líquido y soplaban sobre su extremo con otro hueso, la pintura subía y se proyectaba de forma uniforme, pulverizada.

"No sé cómo a alguien se le pudo ocurrir esto. No es algo tan intuitivo. Tenían que ser muy ingeniosos para relacionar fenómenos que son muy poco frecuentes en la naturaleza", reflexiona Güémez.

- LA PALANCA, o cómo lanzar más lejos un venablo y cazar seguro. Durante generaciones, hasta la invención del arco, los cazadores del Paleolítico utilizaron un instrumento llamado propulsor prehistórico para lanzar venablos a más distancia, lo que permitía no ser descubierto por la presa y mantenerse a una distancia prudente de ésta. En realidad, se trata de un pequeño bastón que prolonga la longitud del brazo y potencia el efecto de la palanca que enunciaría siglos más tarde Arquímedes, en la Grecia clásica.

En América, recuerda Güémez, ese artilugio se siguió utilizando hasta la llegada de los conquistadores españoles, que sufrieron en sus propias carnes un arma, el atlatl, que lanzaba proyectiles con tal fuerza y velocidad que perforaban sus cotas de malla. Cristina Martos - El País - Madrid Atlatl

Próxima meta: tener 120 años, pero con la vitalidad de los 50

Para un envejecimiento saludable son fundamentales una buena nutrición, un sistema de salud sólido, no fumar, hacer actividad física y no ser obeso. La ciencia busca más claves en 7 frentes de combate.

Por: Valeria Román - Clarín

Que muchos más lleguen a cumplir 100 años, pero con un cuerpo de 50 años. ¿Sueño demasiado optimista? Al menos, ésa es la meta que tienen los científicos que se esfuerzan por estirar como nunca la cantidad de años de vida de la gente, pero conservando su calidad. "Nuestro trabajo está guiado por el concepto de '50 años más después de los 50'. Esto significa, hacer que nuestros segundos cincuenta años de vida sean tan sanos, confortables y activos como los primeros", explica el profesor John Fisher, de la Universidad de Leeds, en Inglaterra, que recibió 11 millones de libras recientemente (casi 70 millones de pesos) para trabajar en regeneración de tejidos y articulaciones artificiales.

Este investigador es uno de los muchos que están probando herramientas potenciales para prolongar la vida humana. En su caso, apuesta a conseguir mejores prótesis de cadera, una parte del cuerpo que más se ve afectada con la edad. Y también trabaja con su equipo en "andamios" biológicos para los problemas de rodillas, manos y arterias. Esos "andamios" se construyen a partir de ciertos materiales y de células de los propios pacientes. También piensan en mejores válvulas para el corazón y arterias, con menor riesgo de infección y falla, y dientes fabricados a partir de la nanotecnología.

Otra opción son las terapias con células madre. "Hoy sólo son una promesa. Se están experimentando para tratar problemas del corazón, diabetes, enfermedades hereditarias y del sistema nervioso como el mal de Parkinson", dijo a Clarín el investigador del Conicet y del Instituto Leloir, Fernando Pitossi.

"Si alguna clínica u hospital hoy ofrece alguna terapia con células madre, la gente debería ser cautelosa antes de someterse a alguna práctica. Antes, debe averiguar si la institución tiene aprobación del Incucai y debe ser gratuita. La única terapia que ya está siendo usada desde hace años es la de células de la médula ósea para enfermedades de la sangre".

Para Pitossi, se necesitará más de una década para sortear las dificultades que hoy enfrenta el desarrollo de este tipo de terapias: "Todavía falta saber dónde van las células madre adultas cuando se inyectan y cómo interactúan con el organismo", mencionó.

Todos apuestan a que la gente viva más y mejor. Pero aún quedan las respuestas básicas por resolver. "Estamos haciendo una revolución sobre el envejecimiento. Ahora conocemos mecanismos moleculares que son comunes a varias especies -desde los gusanos, pasando por las moscas, hasta los seres humanos- que se encargan de la longevidad de los organismos", contó el argentino Javier Apfeld, científico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard. Este científico se dedica a experimentar con el gusano Caenorhabditis elegans. Este organismo mide tan solo un milímetro de longitud y es uno de los favoritos para los que estudian el envejecimiento: es muy simple y de muy fácil mantenimiento en el laboratorio. Apfeld reconoce, sin embargo, que todavía no se sabe bien por qué se envejece.

"Hay varias hipótesis, y eso habla de lo poco que sabemos aún", sostuvo Apfeld. Hay dos grupos de hipótesis que intentan explicar el envejecimiento. Unas se basan en que el organismo sigue una especie de organigrama biológico con tiempo limitado. Otras hipótesis, llamadas del "error", postulan que ciertos "asaltos" ambientales (como los radicales libres) hacen que células y órganos se vayan dañando hasta frenar su funcionamiento y causar la muerte.

Con estas hipótesis por detrás, se llevan adelante los diferentes estudios: se testea la acción de los antioxidantes como un camino para evitar el daño que los radicales libres producen sobre las células (asociado a enfermedades como cáncer y mal de Alzheimer). Otra posibilidad en estudio es la enzima telomerasa, que podría llegar a usarse en fármacos rejuvenecedores. Se investiga, además, la restricción de calorías (consiste en una ingesta controlada de comida, que puede ser riesgosa y todavía está en experimentación) y la melatonina, una hormona que produce el mismo cuerpo, pero que podría darse como suplemento para desacelerar el envejecimiento.

Contra los males del cerebro en particular, se buscan varias alternativas. "Para combatir los daños de los ataques cerebrovasculares -cuenta el neurólogo Conrado Estol-, se están desarrollando dispositivos que funcionan como un sacacorcho que extrae los coágulos en el cerebro. También se buscan fármacos nuevos para dar a los pacientes durante las primeras horas de los ataques cerebrovasculares. En la actualidad, mueren 7 millones de personas en el mundo por esas enfermedades".

Aunque se esperan buenos resultados de las investigaciones en curso en diferentes laboratorios del mundo, el doctor Estol resaltó que "la gente debe apostar a la prevención: el 80 por ciento de los ataques cerebrovasculares se pueden prevenir si no se fuma, se hace actividad física y se sigue una alimentación saludable". Y agregó: "No nos engañemos pensando en el futuro. Hoy podemos hacer una inversión importante con simples acciones, como dejar el cigarrillo y tomarnos la presión arterial".

Hay mucho para hacer tanto a nivel individual como a nivel comunitario. La cuestión no es sólo agregar años a la vida sino también calidad, dijo a Clarín Richard Suzman, director de investigación social y comportamiento, del Instituto Nacional de Envejecimiento de los Estados Unidos. "Se necesita sumar años libres de discapacidad, más los ahorros y las finanzas para pagar la expectativa de vida aumentada", señaló.

Para este científico, las claves para estirar hoy la vida son: "Una buena nutrición materna e infantil, vacunaciones adecuadas, una educación extendida, un sistema de salud sólido, no fumar, hacer actividad física y evitar el sobrepeso y la obesidad".

"La innovación tecnológica en la medicina permitió que la gente viva más. Por ejemplo, más personas que sufren infartos sobreviven. Pero si queremos llegar a los 120 años, los países deberían tener programas específicos sobre envejecimiento, incluyendo la inversión en investigación y la salud mental", opinó Suzman. En este punto, los especialistas consultados resaltaron el rol de los tomadores de decisión política, desde los intendentes hasta los presidentes. Porque ya hay mucha evidencia sobre cambios urbanos que deberían realizarse hoy. "Las ciudades deberán adaptarse para alojar a más personas mayores y para prevenir un envejecimiento saludable. En Buenos Aires, casi no se puede correr por las calles. Ni se puede andar bien en bicicleta", dijo a Clarín Alberto Palloni, investigador en demografía de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos, y chileno de nacimiento, quien ha visitado la capital argentina en varias oportunidades. "Las autoridades deberían poner en marcha más acciones continuas para que la gente viva más saludablemente. No se trata sólo de tomar acciones individuales".

Aunque mucho se dice, poco se promueve la buena alimentación, basada en el consumo de más frutas y verduras y menos carnes rojas de manera sostenida. "Hay que sufrir menos estrés y alentar la meditación, que está comprobado que ayuda mucho para mejorar la calidad de vida", agregó Palloni. "El gran desafío es cómo hacer para que se adopten las recomendaciones que ya sabemos que son efectivas -reconoció Palloni-, si la gente tiene que ir a tres trabajos y viajar 3 horas por día. En esas condiciones económicas, se hace difícil seguir hábitos saludables".

Claves
Lo que se estudia: La posibilidad de superar la barrera de los 100 años en buen estado.

Dónde se investiga: En Estados Unidos y en Europa.

En Argentina: En el Instituto Leloir y otros institutos del Conicet.

Todo sea para preservar las habilidades
Destreza cognitiva

Ejercitar el cerebro ayuda a luchar contra el deterioro cognitivo. Una investigación sugiere que navegar por Internet también serviría para preservar habilidades mentales al envejecer. En la Universidad de California, en Estados Unidos, probaron que los adultos mayores que comienzan a usar la Web experimentan a los pocos días una mejor función cerebral. Hacer crucigramas también ayuda. Buscan más opciones beneficiosas.

Beneficios que mejoran la calidad de vida
Actividad física

El ejercicio físico activa zonas cerebrales y, en combinación con acciones musculares y reacciones fisiológicas, produce un aumento de flujo sanguíneo. También mejora la respiración, el ritmo cardíaco y ayuda a ejercer un control del sistema sensorial y propioceptivo para generar equilibrio. Sus beneficios son tan amplios que todavía se investigan para saber más detalles que ayuden a mejorar algunos síntomas de la vejez.

Los ritmos alterados, un grave riesgo
Hormonas

Con los años, se produce una alteración en el ritmo de producción de las hormonas. Su delicada armonía se ve afectada, por ejemplo, en el caso de la melatonina, que es vital para lograr un sueño reparador. Se sabe que, con el envejecimiento, la secreción de melatonina disminuye aproximadamente un 50 por ciento. Esas variaciones, en general, provocan un mayor riesgo de sufrir arritmias o infartos de miocardio.

En animales, las dietas estrictas alargan la vida
Restricción calórica

Hace 60 años, en la Universidad de Cornell, se sometió a ratas a una dieta muy baja en calorías, y se observó un aumento de un 33 por ciento en su límite de vida. Luego vieron que las ratas mantenidas con dietas hipocalóricas extendían su juventud y sufrían menos enfermedades. Desde entonces, y pese a que es un punto polémico, en varios lugares intentan averiguar los efectos que esas dietas restrictivas podrían tener en los humanos.

Hacer búsquedas en internet reactiva el cerebro adulto

Científicos proponen usarlo como terapia cognitiva para ejercitar, estimular y mejorar la función del cerebro.

Científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) han puesto a prueba a personas de mediana edad y de edad avanzada, con y sin conocimientos previos de internet, y han usado la resonancia magnética funcional para averiguar cómo se comportaban sus cerebros al hacer búsquedas en internet. Así han descubierto que usar los buscadores mantiene sus cerebros mucho más activos que otras actividades como la lectura. Además han visto que es capaz de estimular los cerebros de los no iniciados, en tan sólo una semana con una hora diaria de 'ejercicio', hasta los mismos niveles de activación de los más expertos. Este inesperado efecto, sobre todo en pacientes de edad avanzada, abre la puerta a su uso en terapia cognitiva.
Por Rubén Caro.

Resonancia magnética funcional de un cerebro leyendo (izquierda) y realizando búsquedas en internet (derecha). Foto: UCLA
Es habitual que en una conversación casual surja el tema de la proximidad de las nuevas generaciones con la tecnología. Nuestros niños y jóvenes crecen entre los omnipresentes teléfonos móviles, las indispensables consolas de videojuegos, y preguntan antes a los buscadores de internet que a sus padres o a sus amigos.

Entonces inevitablemente la conversación llega a un punto en el que se pone de manifiesto la presunta ineptitud de los adultos presentes a la hora de interactuar con esas cosas. En todas las familias existe la figura del manitas tecnológico que se encarga de conectar la videocámara a la televisión porque los demás se declaran no aptos. Y quien dice conectar la videocámara, dice descargar fotos del móvil, reproducir un vídeo desde un pendrive usando el reproductor de DVD, o buscar información en una enciclopedia de internet sobre aquello que dijo el médico en la última revisión.

Buscar en internet es beneficioso

Según el estudio, efectuado en dos etapas, llevado a cabo por científicos de la Universidad de California en Los Ángeles ( UCLA ), parece que no deberíamos dejar en manos de otros las tareas que impliquen hacer búsquedas en internet. De hecho resulta ser beneficioso llevar a cabo este tipo de actividad, sobre todo para aquellos menos habituados.

"Los resultados del estudio muestran que las tecnologías informáticas emergentes podrían tener efectos fisiológicos y potencialmente beneficios para sujetos de mediana edad y edad avanzada", dice el doctor Gary Small, profesor en el Instituto Semel de Neurociencia y Comportamiento Humano en UCLA, "Las búsquedas en internet ponen en marcha una compleja actividad cerebral, que puede ayudar a ejercitar y mejorar la función cerebral".

Leer libros y buscar en internet

Para el estudio inicial se usaron 24 voluntarios neurológicamente normales de entre 55 y 76 años de edad. La mitad tenían experiencia previa en búsquedas en internet. La otra mitad no. La edad, el nivel cultural y la distribución de sexos era similar entre las dos mitades. Los participantes fueron sometidos a la monitorización mediante resonancia magnética funcional, mientras realizaban actividades de lectura de libros y búsquedas en internet.

Mientras leían libros, todos los participantes mostraron gran actividad cerebral en las zonas de control del lenguaje, la lectura, la memoria y las habilidades visuales del cerebro. Cuando realizaban búsquedas en internet, los sujetos sin experiencia previa mostraron una actividad cerebral muy similar a la registrada mientras leían. Sin embargo, los voluntarios que tenían experiencia haciendo búsquedas en internet activaron otras regiones cerebrales además de las usadas para leer. Mostraron moderada actividad en las zonas de toma de decisiones y de razonamiento complejo del cerebro.

Imágenes de los cerebros de un sujeto con experiencia (abajo) y de uno sin experiencia previa (arriba) , mientras leen (derecha) y mientras buscan en internet (izquierda). Foto: UCLA
De hecho, en las imágenes tridimensionales de los cerebros de los inexpertos se podían contar un promedio de 8.646 voxels (pixels volumétricos, unidades de imagen tridimensional) activos, mientras que en los cerebros de los expertos había un promedio de 21.782 voxels activos. Más del doble.

Tras 7 días todos estaban al mismo nivel

Tras estos resultados, los participantes realizaron una hora diaria de búsquedas en internet durante siete días. Entonces se les volvió a someter al mismo procedimiento, obteniendo resultados bastante elocuentes.

Los sujetos sin experiencia en la etapa anterior, que ahora tenían una semana de experiencia, mostraron una activación cerebral muy similar a la de los que sí tenían experiencia antes. Es decir, que sólo con pequeños ejercicios de una hora durante siete días habían conseguido cablear y activar regiones del cerebro que antes permanecían inactivas.

El cerebro se mantiene receptivo con la edad

"Hemos visto que en personas de edad avanzada con experiencia mínima, hacer búsquedas en internet, incluso durante un periodo relativamente corto de tiempo, puede cambiar los patrones de actividad cerebral y mejorar el funcionamiento", sentencia Small.

Esto contradice la concepción erróneamente generalizada de que los cerebros adultos o envejecidos no mantienen la capacidad de aprender y reestructurarse para incorporar nuevas habilidades. El doctor afirma que "una tarea simple y rutinaria como buscar en internet parece mejorar las conexiones cerebrales en adultos mayores, demostrando que nuestros cerebros son sensibles y pueden seguir aprendiendo mientras nos hacemos viejos".

Uso terapéutico de internet

Su compañera de investigación, la doctora Teena D. Moody, va más allá diciendo que "los resultados sugieren que la búsqueda en internet puede constituir una forma simple de ejercicio cerebral que puede ser empleado para mejorar la cognición en adultos de edad avanzada". Esto deja la puerta abierta para el uso terapéutico de algo tan accesible como la búsqueda en internet.

A partir de ahora parece más beneficioso para toda la familia que sean los más mayores los que se encarguen de hacer las búsquedas en internet, en lugar de los jóvenes ya habituados. Y no hay excusas, cuanta menos sea la experiencia previa mejores serán los efectos.