La felicidad depende más de una Actitud Positiva que del estado de salud.

El estado de salud deja de ser sinónimo de un envejecimiento óptimo.

Una actitud positiva ante la vida proporciona mayor felicidad en la vejez que el estado de salud, según una investigación desarrollada por la Universidad de California en San Diego. El estudio pone de manifiesto que el optimismo y la actitud de “hacer frente” a las cosas son más importantes para conseguir un envejecimiento feliz, que las mediciones tradicionales de salud y bienestar. Una nueva percepción del envejecimiento que pone fin a la creencia de que el buen estado físico es sinónimo de un envejecimiento óptimo.

La felicidad en la vejez depende más de una actitud positiva que de la salud que se tenga, señala un estudio realizado por el Sam and Rose Stain Institute for Research on Aging (SIRA), perteneciente a la Universidad de California en San Diego. El estudio llama la atención por la inusual consideración de criterios subjetivos para evaluar el estado del envejecimiento. En esta investigación se examinó a 500 voluntarios de edades comprendidas entre los 60 y 98 años, que vivían independientemente y que habían padecido diversas enfermedades, como el cáncer, fallos cardiacos, diabetes, problemas mentales u otro tipo de disfunciones. Tal como explica al respecto la revista
Medicalnewstoday, a los participantes en el estudio se les pidió que evaluaran su envejecimiento en una escala del 1-10, siendo 10 un grado de buena calidad de vida en la vejez. La media de esta valoración entre los encuestados fue de 8.4, lo que desvela la actitud positiva dominante respecto a cómo vivían su envejecimiento. Menos del 10% de los entrevistados asociaban la calidad de su envejecimiento con el estado de salud corporal. Lo más sorprendente de los resultados obtenidos, sin embargo, fue que los voluntarios más optimistas –aquellos que pensaban que estaban envejeciendo bien- no siempre coincidían con los que tenían mejor salud. Ver con buenos ojos la vida La investigación, llevada a cabo por el profesor Dilip Jeste, de dicha Universidad, y sus colegas, señala que el optimismo y la actitud de “hacer frente” a las cosas son más importantes para conseguir un envejecimiento exitoso que las mediciones tradicionales de salud y bienestar. Es decir, que el estado físico no es sinónimo de un envejecimiento óptimo. Por el contrario, una buena actitud es casi una garantía de un buen envejecimiento. Suele considerarse normalmente que una persona “envejece bien” si tiene pocas dolencias o si sigue manteniendo más o menos sus facultades, si bien no existe un consenso en la comunidad médica a la hora de definir con exactitud lo que puede entenderse como un envejecimiento adecuado. Este estudio demuestra que la percepción que se tiene de uno mismo puede ser incluso más importante que el estado físico, a la hora de considerar que el envejecimiento se está desarrollando adecuadamente. La salud física ha dejado de ser de esta forma el mejor indicador de un envejecimiento adecuado, según este estudio. Otra conclusión que se desprende de este estudio es que la preocupación de las personas que adentran en edades avanzadas no debe centrarse tanto en el estado de salud como en el cuidado y cultivo de actitudes positivas, ya que estas actitudes pueden ser más importantes que el estado de salud corporal para alcanzar el envejecimiento adecuado. La investigación también ha demostrado que la gente que pasa algo de tiempo cada día socializándose, leyendo o participando en otras actividades de ocio, tienen un nivel de satisfacción más alto en la vejez. Los resultados de esta investigación no han sido publicados todavía, pero fueron dados a conocer en la asamblea annual de la American College of Neuropsichopharmalogy, celebrada esta semana en Waikoloa, Hawaii. La ACNP, fundada en 1961, es una organización profesional de más de 700 científicos, entre los que se encuentran tres premios Nobel. Su misión es prevenir enfermedades del sistema nervioso mediante el estudio del cerebro. Buen estado de salud mental Dilip V. Jeste, artífice de esta investigación, es profesor de psiquiatría y neurociencia en la Universidad de California. Está especializado en geriatría psiquiátrica y es el editor del American Journal of Geriatric Psychiatry. Además, Jeste es jefe de la División de Geriatría Psiquiátrica de la mencionada Universidad y participa en numerosas actividades de investigación, preparación y cuidado de pacientes de la tercera edad. En una entrevista publicada el pasado septiembre por Medscape, explica entre otras cosas los mecanismos que permiten un envejecimiento exitoso. Junto a su colega Gregory Stain en el Sam and Rose Stain Institute for Resarch on Aging (SIRA), también perteneciente a la universidad de California en San Diego, Jeste ha desarrollado otras investigaciones entre las que descaca un estudio sobre la misma temática. En este estudio participaron 1.000 voluntarios seniors que viven en California, los cuales rellenaron un completo cuestionario acerca de su nutrición, su historial médico, hábitos de ejercicio y, en general, su estilo de vida. Asimismo, muchos de esos participantes facilitaron muestras de sangre para que se pudiera conocer su estado de salud. Los primeros resultados de este estudio señalan también que un mal estado físico no tiene por qué desembocar en un envejecimiento negativo. A partir de estos resultados, Jeste y se equipo pretenden continuar analizando las causas de las diferentes percepciones sobre el envejecimiento, ya que estudios previos han demostrado que el mantenerse activos y el realizar ejercicio físico habitualmente ayuda también a envejecer en buen estado corporal y mental. Otra prometedora área de investigación en la que el Jeste y el SIRA pretenden profundizar es la del cerebro, puesto que diversos estudios han adelantado ya que puede que haya neuronas que sí se regeneran, a pesar de la edad. De esta manera, Jeste pretende descubrir por qué hay personas que, con 80 ó 90 años de edad siguen perfectamente activas, tengan o no achaques, y de qué depende el estar bien la mayor parte de tiempo que podamos de nuestra vida.- Marta Morales

El estrés daña el corazón

Un estudio encontró que la dinámica aumentaba los riesgos cardiovasculares en 50 por ciento.

El estrés aumenta el riesgo de ataque cardíaco y otros problemas cardiovasculares al impulsar a la gente hacia malos hábitos, sugiere una investigación británica reciente.
"El estudio sugiere que la gente que tiene estrés psicológico experimentó un aumento de 50 por ciento en el riesgo de un evento de enfermedad cardiovascular durante el periodo de seguimiento", afirmó Mark Hamer, becario principal de investigación en epidemiología y salud pública del Colegio Universitario de Londres, y primer autor de un informe que aparece en la edición del 16 al 23 de diciembre de la revista Journal of the American College of Cardiology. "Este aumento en el riesgo puede ser explicado en gran parte por los mayores índices de tabaquismo y bajos niveles de ejercicio de los individuos estresados".
Hamer y colegas dieron seguimiento a 6,576 participantes del Estudio escocés de salud, que se inicio cuando rellenaron un cuestionario de doce ítems diseñado para medir su felicidad general al mencionar cosas como síntomas de depresión o ansiedad, así como trastornos recientes del sueño. Se determinó que alrededor del quince por ciento de las personas del estudio sufrían de estrés psicológico en base a sus respuestas.
Los investigadores también recolectaron datos físicos, comenzando con información básica sobre el peso, la estatura, la actividad física, la ingesta de alcohol, el tabaquismo y los niveles en sangre de colesterol y proteína reactiva C, un marcador de la inflamación arterial.
Durante un periodo de seguimiento de siete años, la incidencia de eventos cardiovasculares (ataques cardiacos, accidentes cerebrovasculares, cirugías de derivación y cosas parecidas) fue 50 por ciento más alta entre las personas con un nivel alto de depresión y ansiedad frente a las personas más felices. Fumar y la falta de actividad física explicaron alrededor del 63 por ciento del aumento, y tan solo fumar era responsable del 41 por ciento.
La ingesta de alcohol explicó menos del dos por ciento del aumento, y la presión arterial alta recibió una asignación del trece por ciento de la culpa.
"Por tanto, tratar trastornos psicológicos buscando reducir el riesgo cardiovascular debería enfocarse no solo en los síntomas, sino también en los factores conductuales de riesgo", señaló Hamer. "Sería beneficioso para los cardiólogos trabajar con psicólogos".
En tal programa, "las intervenciones más eficaces tal vez sean combinar métodos fisiológicos con cambios intensivos en el estilo de vida para reducir los factores de riesgo modificables", aconsejó.
"Este estudio nos ayuda a comprender mejor las contribuciones relativas de los cambios relacionados al estrés en la conducta y la fisiología que llevan a la enfermedad cardiaca", afirmó en una declaración el Dr. Roland von Kanel, jefe de la unidad de psicocardiología del Centro cardiovascular suizo del Hospital Universitario de Berna. von Kanel escribió un editorial acompañante.
"Los hallazgos nos animan a enfatizar estrategias amplias de prevención para dirigirnos a las vías conductuales y fisiológicas que llevan del estrés a la enfermedad cardiovascular", señaló Kanel.
Las acciones preventivas "podrían abarcar desde intervenciones conductuales dirigidas a la cesación del tabaquismo y aumentar la actividad física hasta técnicas de gestión del estrés y relajación", apuntó, y añadió que "se necesitan más estudios para determinar si tales intervenciones reducirán en última instancia el riesgo cardiovascular asociado al estrés psicológico".

(FUENTES: Mark Hamer, Ph.D., senior research fellow, epidemiology and public health, University College London, England; Dec. 16/23, 2008, Journal of the American College of Cardiology)

Biomarcadores de ADN permitirán definir la edad biológica con exactitud

Un conjunto de genes determina si envejecemos o no más rápido de lo normal.

Un equipo de científicos del Buck Institute for Age Research de Alemania ha conseguido hallar unos biomarcadores de ADN que permitirán, en el futuro, establecer la edad biológica de cualquier individuo. Con ellos podrá explicarse porqué personas jóvenes parecen envejecidas o porqué se conservan tan bien algunos individuos, aunque estén ya en la tercera edad. La ausencia de sincronía entre la edad cronológica y la biológica en el caso de los humanos es una cuestión que los científicos se empeñan en resolver porque, de conseguirlo, podrían desarrollarse medicamentos anti-edad, así como prevenir vulnerabilidades prematuras.


Científicos del Buck Institute for Age Research , de Estados Unidos (instituto dedicado exclusivamente a la investigación sobre la edad y las enfermedades relacionadas con ella), han identificado por primera vez biomarcadores de ADN que permitirían predecir con exactitud la edad cronológica y fisiológica de los individuos. En medicina, un biomarcador es un indicador del estado de una enfermedad particular o de un organismo concreto. Se trata de una característica que, medida de manera objetiva, se usa como indicador de procesos biológicos normales, procesos patogénicos o respuestas farmacológicas a cualquier tratamiento. Un ejemplo de biomarcador sería el antígeno prostático específico, una sustancia proteica sintetizada por células de la próstata, y cuyo grado de concentración en la sangre de los varones puede señalar que éstos padecen cáncer de próstata. Cronología y fisiología no sincronizadas En la investigación del Buck Institute se utilizaron gusanos nematodos, chips de ADN con los que se midieron los cambios en la expresión genética de estos gusanos, y complejos algoritmos informáticos. Los chips de ADN consisten en superficies sólidas a las que se unen fragmentos de ADN con los que se averigua la expresión de los genes, monitoreando a miles de ellos de forma simultánea; y los algoritmos computacionales son listas bien definidas, ordenadas y finitas de operaciones destinadas a la resolución de problemas. Según un comunicado del Buck Institute, con estas herramientas se ha conseguido dar el primer paso hacia la identificación de biomarcadores de edad en humanos, lo que podría suponer la validación científica de las terapias anti-edad destinadas a personas. Los científicos explican que la edad cronológica y la fisiológica raramente están sincronizadas. Determinar la edad cronológica tanto en gusanos como en humanos es sencillo: basta con contar desde nuestra fecha de nacimiento. Sin embargo, la determinación de la edad fisiológica aún es algo subjetivo, que depende más de la apariencia o del estado de nuestras funciones. Algunas personas de 70 mantienen las funciones de una persona de 50, mientras que otras personas envejecen antes de lo que cabría esperar. Biomarcadores de ADN Al gusano nematodo Caenorhabditis elegans (C. elegans) le sucede lo mismo que a los humanos. Tiene una esperanza de vida media de tres semanas, pero algunos individuos de la especie permanecen ágiles durante mucho más tiempo que sus iguales de la misma edad. Por el contrario, algunos de estos gusanos presentan signos de envejecimiento prematuro, como la descoordinación de movimientos. Por esta similitud, los científicos los han estudiado para intentar encontrar biomarcadores en ellos que también puedan existir en los humanos. En concreto, los investigadores del Instituto Buck consiguieron predecir la edad de los gusanos estudiando los perfiles de expresión genética de 104 individuos que cubrían todo el abanico de posibilidades de esperanza de vida de estos nematodos. Además, establecieron la relación entre estos perfiles y el comportamiento y la supervivencia relacionados con la edad. El estudio reveló un conjunto de genes implicados de manera activa en el proceso de envejecimiento. Esta investigación ha sido el estudio más extenso sobre edad utilizando los perfiles genéticos de los realizados hasta la fecha, explican los científicos. Según Simon Melov, director del estudio, ésta sería la primera evidencia de que la edad fisiológica puede predecirse de manera no subjetiva. Éste sería un primer paso para poder predecir, en el futuro, las edades biológicas de los animales en un 70% de las veces, lo que supondría un porcentaje mucho mayor del que se puede lograr en la actualidad. Medicamentos anti-edad Pero las implicaciones principales serían las relacionadas con la investigación de la edad en humanos, señala Melov. Examinar los biomarcadores proporcionaría a los científicos una base para el desarrollo de pruebas clínicas de medicamentos anti-edad, y también supondría un medio para determinar si un individuo está envejeciendo más rápida o lentamente de lo que sería normal para su edad cronológica. Melov y sus colaboradores del Buck Institute estudiarán próximamente otros nematodos para averiguar si el mismo conjunto de genes se mantiene activo en ellos en el proceso de envejecimiento. Por otro lado, los científicos también están considerando utilizar la tecnología de los biomarcadores en estudios con humanos que hayan hecho ejercicio durante diversos periodos de tiempo. En 2007, Melov ya publicó un estudio que demostraba que el entrenamiento regular revertía aspectos del envejecimiento en músculos esqueléticos, en el caso de ancianos sanos. Según Melov, la investigación de la biología del envejecimiento en humanos se ha visto condicionada hasta ahora por la ausencia de biomarcadores irrefutables, relacionados con el proceso de envejecimiento. El científico cree que podrá encontrarse un método no subjetivo para determinar la edad fisiológica de cualquier persona, con un alto grado de exactitud. Proteínas y telómeros Tal y como explican los científicos en la revista especializada Aging Cell , el gran interés por identificar dichos biomarcadores del envejecimiento es debido a que permitirían, por ejemplo, predecir vulnerabilidades potenciales de los individuos –que podrían aparecer antes de la edad cronológica prevista-, vulnerabilidades que se corresponden con las peculiaridades de cada ser humano. De hecho, la velocidad a la que la gente envejece depende de diversos factores, entre ellos la herencia genética, el estilo de vida y la salud mental. Recientemente, otros científicos, en este caso del Max Planck Research Group for Stem Cell Aging en Ulm (Alemania), publicaron haber identificado otros biomarcadores de la edad biológica de una persona, en este caso un grupo de proteínas. Los investigadores del Max Planck examinaron los telómeros (tramos finales de los cromosomas humanos), que tienden a acortarse con el tiempo provocando la inestabilidad de los cromosomas y el envejecimiento celular. El acortamiento de dichos telómeros y el daño sufrido por el ADN lleva a una reacción específica en las células humanas, que en esas circunstancias liberan las proteínas estudiadas. Un aumento significativo de la concentración de éstas en la sangre estaría relacionado con el envejecimiento y, por tanto, dichas proteínas pueden ser consideradas también como biomarcadores de este proceso biológico natural.- Yaiza Martínez

Sexualidad del Adulto Mayor

Se ha reportado una marcada tendencia a asumir que la gente mayor es muy grande para tener una vida sexual activa y que la sexualidad tanto de hombres como de mujeres declina con la edad.

Esta disminución va a depender de tres factores: el nivel de actividad sexual de la persona en toda su vida, su salud física y su salud psíquica.Aquellas personas cuyo nivel de actividad sexual durante toda su vida ha sido alto, tendrán una caída menor a medida que pasan los años comparado con aquellos que tuvieron una actividad sexual menor. La mayoría de la gente mayor que permanece sexualmente activa, disfruta el sexo. En una recopilación de estudios sobre sexo y vejez, Kaplan concluyó que la mayoría de los hombres y mujeres sanos permanecen sexualmente activos hasta la novena década de vida. La actividad sexual incluye la masturbación sola o mutua, el sexo oral y las relaciones sexuales con penetración.La demencia no es una consecuencia normal de la vejez. Sin embargo la prevalencia de demencia moderada a severa es del 1.4% entre los 60-69 años, 4.1% entre los 70-79 años y del 13% entre los 80-84 años. La mayoría de los casos son en mujeres porque tienen una expectativa de vida mayor y es más probable que estén solas o en un geriátrico. Los hombres afectados tienden a tener una persona que los cuida. Estos factores tienen implicancias en la intimidad y la sexualidad. La depresión es frecuente en la vejez. Los problemas sexuales ocurren por la depresión o por las complicaciones del tratamiento. Los antidepresivos nuevos pueden producir una disfunción sexual que incluye la pérdida del deseo y la anorgasmia en ambos sexos. Los problemas sexuales pueden agravar la depresión preexistente.

Salud física
Cualquier enfermedad puede afectar la función sexual. Por ejemplo, una mujer con una artritis severa puede tener problemas para utilizar sus manos para obtener placer o acariciar a su pareja o para encontrar una posición que disminuya su dolor. La colocación de almohadas en lugares estratégicos puede ayudar a encontrar la posición. Los pacientes pueden sentir vergüenza de contar a su médico que presentan incontinencia durante el acto sexual y el médico tiene que ver la manera de hablar del tema en la consulta. El uso de cremas que ayuden con la sequedad vaginal como aquellas que contienen estrógenos (en caso de que la mujer no esté con terapia de reemplazo hormonal) o un aceite aromático como ser de almendras dulces o durazno (pero no para usarlo con anticoncepción de látex) va a permitir a la mujer (y su pareja) disfrutar más de la actividad sexual. Puede ayudar si el médico le da "permiso" a sus pacientes para que utilicen vibradores para facilitar el acceso a los genitales y la estimulación.

Salud psíquica
Los mitos y creencias sobre el atractivo sexual pueden afectar a las mujeres mayores y puede contribuir a la baja estima y a una posible depresión. Una mujer que enviuda puede tener ciertas dificultades para encontrar una pareja por la mayor cantidad de mujeres que de hombres a esa edad. Las personas grandes pueden sentir vergüenza de tener necesidades sexuales "a esa edad", y pueden sentir miedo y culpa de tener una conducta sexual luego de haber tenido una relación duradera. Sobre todo en las mujeres, muchas veces la familia pretende que permanezcan en celibato lo que hace difícil cubrir las expectativas sociales y familiares de ver a la gente mayor como asexuadas.-

Este artículo es una adaptación de la segunda edición del libro "The ABC of Sexual Health" que es editado por John Tomlinson, especialista en salud sexual, Winchester.

"Lenguaje para viejos"

Es el que se usa para hablarles a los adultos mayores, con diminutivos o llamándolos "abuelos" sin que haya parentesco. Según los especialistas, este trato se debe a que existe una imagen negativa de la vejez, más asociada a la enfermedad.

Según distintas investigaciones, el trato paternalista perjudica la memoria y genera estrés.

Qué quiere, tía?", salió la voz desde detrás de un mostrador, en una feria callejera de Lomas de Zamora. "'Tía? No soy su tía", pensó la mujer, sin contestar. Luego, ya en la casa, habló: "No me dijo abuela porque no es mucho más joven que yo. Pero la próxima no se la dejo pasar".Se está empezando a estudiar qué impacto tiene el "lenguaje para viejos" en su salud. No sería bueno, según una observación realizada por la Escuela de Enfermería de la Universidad de Kansas. Se estudió la relación entre personas con demencia leve o moderada y el personal de un geriátrico. Si los trataban como idiotas o como bebés, notó, la cooperación de los viejos era menor. Otra investigación, de la Universidad de Yale, indica que quienes piensan que el viejo es débil, olvidadizo o tembloroso, actúan peor en los tests de memoria y equilibrio.Quien viene hablando de esto desde 1970 es Leopoldo Salvarezza, psicogerontólogo, ex profesor de la UBA. Tradujo a Robert Butler, inventor del término ageism. Dice Salvarezza: "Es el conjunto de prejuicios que existen dentro del cuerpo social, lo que se atribuye por el simple hecho de cumplir años". Los hay negativos -todos los viejos son enfermos, depresivos, asexuados, pesados, maniáticos, etc.- y positivos también -son sabios, bondadosos, confiables-. En el caso del lenguaje, sigue Salvarezza, "aparece bajo una máscara de cariño; en el mejor de los casos, cuando alguien le dice 'abuelo' a quien no es su abuelo, hay una usurpación de títulos".A los especialistas el tema no los toma por sorpresa. Miguel Angel Acánfora, médico gerontólogo, entiende que no hay en la academia una formación que compense esta conducta. "Está en nuestra idiosincracia decir 'la colita, el bracito, la rodillita del abuelito'. Es como decir que el adulto mayor tiene una incapacidad; todo es más chiquito, todo le funciona menos. Y no es así".La doctora Sara Iajnuk, médica integrante de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría, dice que este "lenguaje que lastima" es usado "más que nada por el personal de salud" y que esto tiene un porqué, a su entender. "Si uno le pregunta a un médico, a alguien que hace rehabilitación, qué imagen tiene de la vejez, se imaginará a un cojo, a alguien en una silla de ruedas". Y, por otro lado, observa un paternalismo poco profesional: "Algunos abrazan al paciente, será que no tienen resuelto los problemas con sus padres... Hay un error en usar el lenguaje de acercamiento; el 'viejismo' significa rechazo, temor, desagrado, negación, un paso antes de la gerontofobia".Iajnuk va más allá de los médicos en su observación. "Hay clubes de viejos que se llaman 'Eterna juventud'. Cómo le van a poner así, si todos sabemos que la juventud caduca, como las flores. Si nos seguimos formando, si tenemos una identidad, una vida propia, para qué compararnos con otros. Es un error".Un trabajo que presentó Nélida Redondo, investigadora en Sociología del Envejecimiento, aborda este asunto. En una encuesta hecha en 2006 a 304 residentes en 101 geriátricos, realizado por la Universidad Isalud, patrocinada por la OPS y financiada por el BID, el 97% dijo que el personal lo trataba con respeto y cariño. "No hay conciencia de que puede haber subestimación", dice Redondo. 'Entonces? 'Es tan grave decirle abuelo a un adulto mayor, a un viejo? En la Argentina, el PAMI tiene un programa, "Abuelos Cuenta Cuentos", y hasta la ministra de Salud, Graciela Ocaña, usa la palabra "abuelos". Estela Altalef, médica especialista de la gerencia de Promoción Social y Comunitaria de PAMI, dice: "En el programa Abuelos Narradores, la denominación surgió de los mismos adultos mayores, que se sienten en condiciones de transmitirle a las otras generaciones toda la experiencia que da la 'abuelidad'. Ahora, en otro contexto puede ser peyorativo o molesto. Hay cierta hipocresía en la discusión sobre cómo llamarlos; importa cómo son tratados". Los especialistas señalan que este lenguaje oculta una asimetría. El viejo no va a decirle a su médico "querido", pero sí puede recibir esa muestra de... cariño. "La culpa es nuestra, de los viejos", dice Iajnuk. "Con los años, aprendí algo: la marginación se resuelve solamente desde el actor involucrado. No fueron los hombres los que les dieron a las mujeres su posición actual".- Gabriel Giubellino

Los antioxidantes no alargan la juventud

Refutan una teoría que tenía medio siglo.

LONDRES (EFE).- Para tratar de frenar el envejecimiento, de nada sirve seguir una dieta rica en verduras, cereales y fruta, o aplicarse cremas contra los efectos de los radicales libres, según un estudio del University College London.
Esta investigación pone en tela de juicio una teoría que tiene más de medio siglo de historia: la de que los antioxidantes son una especie de elixir de la juventud.
La investigación, que publica la revista Genes and Development , recuerda que en 1956 los científicos aseguraron que el envejecimiento es causado por el daño celular que producen las formas reactivas del oxígeno, conocidas como radicales libres.
Según esta teoría, los antioxidantes contrarrestan los efectos nocivos de los radicales libres.
Los autores del estudio cuestionan esta tesis y explican que no ha habido nunca una teoría definitiva al respecto porque las industrias de la belleza y la salud han encontrado un filón de oro en las citadas dietas, fármacos y cremas antioxidantes.
Para demostrarlo, realizaron un experimento con gusanos nematodos, que comparten con nosotros un buen número de genes, pero tiene una vida corta que permite estudiar el proceso del envejecimiento en un lapso breve.
El director del equipo, David Gems, explicó que los manipularon genéticamente para que pudieran eliminar el exceso de radicales libres y comprobaron que su esperanza de vida no variaba.
Gems añadió: "Está claro que la oxidación forma parte del proceso, pero sólo desempeña un pequeño papel en la historia".
Esto no quiere decir, agrega, que una dieta equilibrada no ayude a prolongar la vida, pero es porque previene enfermedades como el cáncer, la diabetes y la osteoporosis, no las arrugas.-

"Paso vivo" y Memoria

Un grupo médico de la Universidad de Melbourne, Australia, realizó un estudio para determinar si el caminar a "paso vivo" mejora la memoria. Para eso, se reclutaron 85 pacientes australianos de más de 50 años de edad, que habían reportado poseer problemas de memoria. A dichos pacientes se les indicó que realicen, por lo menos 2 hs. de ejercicios a la semana, principalmente a "paso vivo", durante 6 meses. Los pacientes debían registrar su tiempo de ejercicio y además eran motivados a continuar las prácticas, mediante llamados telefónicos y correos electrónicos.
Otro grupo de 85 pacientes se utilizó como control, observándose que los primeros se ejercitaban 20 minutos más por día que los controles.
Los resultados mostraron un incremento en la performance en una escala de función cerebral (Alzheimer Disease Assessment Scale-Cognitive Subscale, ADAS-Cog), sugiriendo que el ejercicio podría ser útil en la terapéutica de pacientes con problemas de memoria, como aquellos que padecen la enfermedad de Alzheimer.
El grupo médico dirigido por el Dr. Lautenschlager, dio a conocer los resultados de la experiencia y postula que el caminar a "paso vivo" mejora el flujo sanguíneo al cerebro, lo cual es efectivo en la mejora de la memoria.

Dra. Laura R. Guelman - Revista Psicofarmacología y Neurociencia Nº 52 - Oct.2008 - Bs. As.