En Argentina, desde la década del ´30, el radioteatro fue un género muy desarrollado, que ingresó en la vida cotidiana de la gente por la diversidad de sus contenidos y por la estética de su sonido. La memoria que ese aire generó en las personas fue muy potente y es por ello que aún se mantiene intacta.
El Taller de Radioteatro que se lleva a cabo en el marco del Programa de Extensión “La Comunicación y los Adultos Mayores” de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (Universidad Nacional de La Plata-Argentina), posibilita desarrollar actividades de intercambio entre los jóvenes estudiantes de la Facultad y los Adultos que concurren al mismo, fortaleciendo mecanismos que mantienen vinculados al resto de la sociedad.
Considerar la asistencia de Adultos Mayores a talleres de esta índole, es una forma de revertir cierta tendencia de la sociedad y del Adulto Mayor a la expulsión o autoexclusión. Considerando que la memoria necesita entrenamiento, el objetivo del taller apunta a rememorar momentos vividos por los Adultos Mayores, donde puedan encontrarse con el recuerdo de los tiempos de la radio, y en especial del Radioteatro.
El Radioteatro tiene la magia de la imaginación, el poder de la voz y los sonidos, y la fuerza de quienes lo realizan; presenta un desafío interesante para este tiempo, aprender a escuchar y a decir. El condimento especial de estos talleres con Adultos Mayores toma el valor de experiencia muy rica para los jóvenes estudiantes que dictan el taller, ya que tienen esta posibilidad de revivir un género casi ausente y realizarlo junto a los exponentes de la época dorada del radioteatro en Argentina.
El comienzo de los encuentros siempre resulta algo tímido: se hace teatralización de leyendas, juegos con las palabras y poco a poco se logra que los Mayores se animen al Radioteatro. Este género, que como dijo Alberto Migré (autor de los mayores éxitos del Radioteatro Argentino) “es olvidado por los adultos y desconocido por los jóvenes”, es reinventado a partir de las actividades de los profesores de 20 y los mayores de más de 60.
Pese a los cambios que ha sufrido la forma en que se presentó la radio, el vínculo se ha sostenido con la misma fuerza de sus comienzos. Los cambios no sólo fueron tecnológicos sino también sociales; los ritmos de vida se vieron modificados por la vertiginosidad de lo cotidiano, con una importante incidencia del avance de las comunicaciones.
La radio creció, primero tímidamente y luego de forma masiva, al mismo tiempo que los hoy Adultos Mayores también vivían sus transformaciones. Por esto, representó una gran compañía, por ser el único medio masivo que conectó al hombre con su entorno.
Aún hoy los Mayores viven ese romance con la radio, que en sus principios reunía a las familias alrededor del aparato, lo que posibilitaba una escucha colectiva. Tenía un carácter muy humano, porque haciendo uso de las emociones a través de radioteatros, acercaba a la gente un mundo mágico de historias y fantasías, como así también de situaciones cotidianas, en las que ellos se veían reflejados y conectados a personajes que hacían suyos.
Las obras producidas en el Taller de Radioteatro tienen en su mayoría el guión escrito por los Adultos Mayores y en algunos casos lo que generan son adaptaciones de obras literarias existentes. Ese proceso de creación y realización de los radioteatros los lleva a manifestar diversos sentimientos que les producen las historias –propias como así también las de sus compañeros-: alegría, emoción, recuerdos positivos, y hasta nostalgia por recuperar este género casi ausente en la radio de hoy.
Las producciones, escritas y representadas por los alumnos Mayores tienen un fuerte anclaje en sus realidades y se basan en historias de la vida real, incluso propias, por ejemplo una abuela cuenta cómo sus hijos les prohíben estar con la persona amada.
Esta actividad es sumamente productiva por el hecho de que ayuda a estimular el desarrollo de la imaginación y la creatividad. Se utiliza la radio como uno de los medios de comunicación con mayor credibilidad y anclaje, sobre todo para los propios Adultos Mayores, quienes tradicionalmente la escuchan y en este caso, además…. ¡se animan a hacer radio!
Cecilia Bernal
Adultos Mayores y Radioteatro
MITOS Y PREJUICIOS EN LA VEJEZ - Gustavo Mariluz
Una aproximación desde la teoría de las Representaciones Sociales y la cultura de la ancianidad.
Introducción
ARGENTINA ES UN PAÍS ENVEJECIDO. Esto quiere decir que el porcentaje de personas mayores de edad tiene un peso significativo en la composición demográfica nacional. Esta característica, conocida como Envejecimiento Poblacional, no solo es un desafío a nivel político por sus implicancias sociales sino que también significa un espacio para la investigación sociológica en virtud del impacto social de este fenómeno.
Ante este hecho empíricamente demostrado la Sociología del Envejecimiento indaga las cuestiones de la vejez y desarrolla un corpus académico con la intención de conocer sobre este fenómeno, que no es sólo biológico, y de brindar respuestas adecuadas para mejorar la calidad de vida de las personas ya envejecidas y las que están envejeciendo.
El artículo que se presenta a continuación tiene como objeto indagar, dentro del marco de la Teoría de las Representaciones Sociales, sobre algunos mitos y prejuicios sobre la vejez y los viejos considerando que esta dilucidación nos permitirá saber que se esconde detrás de la formulación de los mitos y de los prejuicios.
Se utilizará la denominación de viejo para designar a las personas mayores con la intención de comenzar a reivindicar tal denominación y contrarrestar la carga negativa que muchos mitos y prejuicios descargan sobre dicha palabra. Para quien esto escribe, la palabra viejo no tienen ninguna carga peyorativa sino todo lo contrario y es mi intención comenzar a reivindicar esta palabra. Vaya pues esta aclaración para evitar malos entendidos.
El presente artículo es un capítulo de un trabajo más extenso denominado Aproximación a la Sociología de la Vejez y que forma parte de la materia Sociología del Envejecimiento dictada en el Curso de la Escuela de Recreación para la Vejez, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (www.istlyrecreacion.edu.ar/PUBINSCL_ERV.htm), como así también del Curso Integral de Gerontología Crítica dictado por la Sociedad Iberoamericana de Gerontología SIG (www.gerontovida.org.ar)
1. La cultura de la ancianidad
La cultura de la ancianidad está basada principalmente en la experiencia de vida de los viejos. Estos, por definición y por sentido común, son los que más han vivido, es decir, los que más tiempo de vida llevan en este mundo. Este es un hecho indiscutible. La vida actual, la llamada sociedad posmoderna, posee una característica que resalta: la velocidad y la cantidad de transformaciones sociales. En otras palabras, la sociedad cambia mucho y lo hace velozmente.
Esta característica contrasta con el ritmo al que estos viejos estaban acostumbrados en su juventud. Estos dos factores, largo tiempo de vida y rapidez de los tiempos conforman las determinaciones de la cultura de la ancianidad. Un ejemplo: un viejo actual, residente en la ciudad, pudo haber nacido en un medio rural y haber migrado hacia ella en busca de trabajo, haber participado en la Segunda Guerra Mundial, haber presenciado los comienzos y el fin de la Guerra Fría, la conquista de la Luna y asiste casi pasivamente a la informatización de la sociedad, maneja un CD o una computadora, posee tarjeta magnética y una infinidad de mercancías que nunca hubiera soñado o imaginado en su “simple” mundo rural. Todos estos procesos ocurridos a lo largo de su experiencia de vida constituyen uno de los parámetros fundantes de la cultura de la ancianidad y la determinan.
En este punto se hace importante destacar la presencia o ausencia de modelos. Cuando los viejos eran jóvenes el modelo a seguir estaba basado en otros valores donde el respeto a los ancianos y la formación de una familia eran de importancia. Hoy asisten asustados y preocupados a la dilución de estos valores con lo que se refuerza su aislamiento e incomprensión del mundo en que viven. Es evidente lo complejo que se les hace la existencia a aquellos que no están en condiciones de adaptarse a los nuevos ritmos y estilos de vida. La sencilla tarea de hablar por un teléfono público con botonera en vez de disco y utilizar tarjetas en vez de fichas se complejiza por la falta de comprensión en el manejo del aparato. Lo mismo puede suceder con las máquinas expendedoras de boletos, las puertas automáticas, los teléfonos inalámbricos y un montón de ejemplos que el lector conocerá. La irrupción de la tecnología del control remoto y los aparatos domésticos programados digitalmente pueden ser un jeroglífico difícil de desentrañar para aquellos socializados en las máquinas mecánicas con palancas y alambres donde la destreza manual podía sortear inconvenientes. Algunos informantes mencionan que podían reparar con pocas herramientas máquinas como el lavarropas, la televisión y que era un hobby para ellos pero ahora ni se atreven a manejar el lavarropas automático y programable que algún hijo les regaló.
La ausencia de modelos y la incapacidad para construirlos se revela como otra característica de la cultura de la ancianidad. Ante esta ausencia la sociedad de consumo se hace presente y los genera de motu propio para su beneficio. Los nuevos modelos generados desde el exterior del colectivo están relacionados con el goce y la felicidad como derivados de las diversiones como finalidad vital. La vejez es un período de la vida cuyo fin es la diversión generadora de felicidad.
Este modelo lúdico a la vez funciona como justificativo de los supuestos avances sociales; al fin y al cabo, la jubilación es un “premio” para los trabajadores y no una expulsión forzosa del mercado laboral.
Coincidimos con Salvarezza cuando indica que “cada grupo cultural produce su propio tipo de envejecimiento, sus propios viejos y las cualidades que designan a este producto deberán ser leídas dentro del momento socio-histórico-político de su producción”. En otras palabras, cada sociedad produce un tipo especial de viejo que cobra sentido a partir de los determinantes socioculturales que ella misma impone.
2. Mitos y Prejuicios sobre la vejez
Al estudiar la vejez, como otros temas sociales, abunda la confusión entre hechos científicos y mitos de la opinión pública. Los mensajes se hallan deformados por intereses que rigen la selección de noticias y por el desconocimiento de los auténticos hechos. La vejez se configura como un terreno apto para el desarrollo de algunos mitos, muchos de los cuales asumen un aspecto negativo.
Entendemos al mito como un habla . El mito no se define por el objeto de su mensaje sino por la forma en que se lo profiere.
El mito es un sistema semiológico particular que se edifica a partir de una cadena semiológica que existe previamente. Es, en términos de Barthes “...un sistema semiológico segundo”, es una especie de metalengua en la cual se habla de la primera.
El mito cumple una doble función social: designa y notifica, hace comprender e impone, se presenta como una notificación y como una comprobación. El mito, a diferencia del significante del primer sistema (la lengua) es un concepto proveniente de un proceso que ya tiene una historia e, igualmente, un sentido. El mito postula, en si mismo, un saber, un pasado, una memoria, un orden comparativo de hechos, de ideas, etc. Desde esta perspectiva, el mito puede formar parte de lo que se conoce como Representaciones Sociales. No es ni opinión ni ideología, tampoco es un a creencia pero tiene la propiedad de constituir la realidad social y, al mismo tiempo y en forma dialéctica, ser constituido por ella. La sociología hace años que estudia las Representaciones Sociales a sabiendas del poder comprensivo que tienen estas para entender el fenómeno de la construcción social de la realidad. Los seres humanos tenemos una vida cotidiana que es una especie de “logística” vital que nos permite vivir y reproducir la vida social. Las Representaciones Sociales y los mitos, entendidos como dimensiones propias de ellas, nos permiten dar sentido a los fenómenos sociales que nos rodean y que no terminamos de comprender. El abordaje de cuestiones tales como la vida, la muerte, la reproducción biológica, la vejez, la niñez, etc., sin significadas socialmente mediante “artefactos” (palabras) conceptuales tanto psicológicos como sociales estudiados por la teoría de las Representaciones Sociales. Estas y los mitos, entonces, como fundamentos de un sentido común social que no solo colabora en la construcción social de la realidad sino que también la institucionaliza dotándola de significación susceptible de interpretación social. Justamente, debido a esta característica, se entiende como de importancia su estudio a nivel sociológico pues su análisis nos puede dar claves para entender como se constituye el conocimiento social y como definimos nuestros particulares “mundos de vida” en donde desarrollaremos nuestra vida cotidiana .
El mito es también un habla que nos dice conceptos e interpretaciones ya elaborados socialmente y en este devenir se inscriben procesos de múltiples significaciones. En el caso de la vejez, estas significaciones construidas socialmente revisten, en términos generales, connotaciones negativas que no necesariamente se comprueban empíricamente.
Los mitos, por otra parte, son plásticos, ambiguos, pueden moldearse, alterarse, deshacerse y hasta desaparecer por completo. Precisamente como son históricos la misma historia puede suprimirlos. Esta inestabilidad del habla fundamentará el surgimiento de los neologismos, un surgimiento que es inevitable. A partir de la emergencia del neologismo se establece una de las dos funciones del mito: la primera es la de ilustrar u orientar la respuestas que nos podemos formular acerca de cuestiones trascendentales para nuestra vida, es decir, respondemos con nuestros mitos a las preguntas formuladas sobre el origen de la vida, la muerte, Dios, etc.; y, a su vez, el mito deforma el saber aprendido. El mito no oculta nada sino que deforma lo que se pretende saber.
Descubriendo la significación de los mitos sobre la vejez estaremos en condición de reducir los efectos de los mismos. Por ejemplo, si un viejo se olvida las llaves de su casa creeremos que el viejo está perdiendo la memoria (mito del viejo desmemoriado) y hasta quizás consultemos a un médico para que lo medique. Comienza a operar un mito que nos informa que la vejez invariablemente conduce a la pérdida de la memoria. Si un joven extravía sus llaves solo diremos que es olvidadizo o no diremos nada ya que es normal que la gente pierda cosas.
El mito “es una palabra robada y devuelta. Solamente la palabra que se restituye deja de ser la que se había hurtado: al restituirla, no se la ha colocado exactamente en su lugar. Esta pequeña ratería, este momento furtivo de un truco, constituye el aspecto transido del habla mítica”
Se entiende por prejuicio un juicio anticipado o un juzgar antes de tiempo sin tener un conocimiento completo del objeto al que nos referimos; éste aparece teñido con sentimientos favorables o desfavorables. En el juicio predomina el razonamiento; en el prejuicio, el sentimiento, lo subjetivo e irracional. El juicio admite modificaciones en función de nuevos conocimientos en tanto que el prejuicio es mucho más difícil de cambiar.
Los prejuicios son adquiridos durante la infancia y luego se van racionalizando durante el resto de la vida. “Generalmente son el resultado de identificaciones primitivas con las conductas de personas significativas del entorno familiar y, por lo tanto, no forman parte de un pensamiento racional adecuado, sino que se limita a una respuesta emocional directa ante un estímulo determinado”
En el prejuicio prima el temor y la ignorancia. El temor de que la vejez nos puede afectar por lo tanto debemos levantar una muralla entre ellos y nosotros. La ignorancia nos priva de entender y conocer este proceso que inevitablemente nos afectará. Los prejuicios contra los viejos brindan la base para la institucionalización de la Teoría de la Desvinculación.
El estereotipo tiene similitud con el prejuicio. Es una imagen global que no se funda racionalmente sino en forma irracional y pasional y pretende definir y caracterizar a la generalidad de los individuos, en este caso, los viejos.
3. Estereotipos negativos sobre la vejez
En torno a la vejez existen estereotipos e ideas preconcebidas. Entre ellos encontramos:
- Que la vejez es una enfermedad.
- Que los viejos se vuelven niños.
- Que los viejos no son adultos, es decir, no productores.
- Que la vejez significa pérdida.
- Que de la vejez no se sale. Es crónica.
-Que los viejos se llevan mal con los jóvenes. Mito del conflicto intergeneracional.
- Que ser viejo es ser dependiente.
- Que los viejos no poseen saberes útiles. No pueden aportar nada.
- Que los viejos son una carga y molestos.
- Que el viejo es feo, es decir, su cuerpo y su rostro no son bellos.
- Que los viejos son avaros. Mito del viejo "Hucha".
- Que los viejos son gruñones y malos. Mito del viejo brujo.
- Que los viejos son degenerados sexuales. Mito del "viejo verde".
- Que los viejos no deben sufrir ni enterarse de cosas negativas. Se los tiene al margen de la realidad, se les miente, se les oculta informaciones.
- Que los viejos no pueden decidir por sí mismos. No saben ni siquiera administrar sus bienes...entonces se lo administramos nosotros.
- Que son proclives a tener determinados accidentes, entonces le prohibimos hacer determinadas actividades.
- Que no tienen interés ni preocupaciones. Sus opiniones no valen.
- Que les gusta estar solos.
- Que no tienen necesidades personales, entonces se arreglan con pocas cosas.
- Que no tienen vida sexual ni sexualidad.
- Que no se enamoran. Está mal visto que se casen o que formen una nueva pareja.
Estos estereotipos refuerzan la imagen negativa que se tiene de la vejez y colaboran para que los viejos sean marginados y construyan un sentimiento importante de ausencia de poder. De esta manera, estas ideas contribuirán a que se recluya a las personas viejas en geriátricos o en "ghettos de incomprensión".
CONCLUSIÓN
Los hombres viviendo en sociedad establecen relaciones e interacciones sociales y es el habla lo que permite su comunicación. En nuestra vida suceden hechos que no siempre podemos entender y, sino entendemos lo que nos pasa, las posibilidades de fracaso y de angustia se potencian. Para evitar estas cuestiones es imprescindible desarrollar alguna forma de conocimiento. La teoría de las Representaciones Sociales nos brinda un camino epistemológico para entender como se produce este conocimiento esencial para interpretar la vida que nos rodea. Los mitos y los prejuicios forman parte de estas Representaciones Sociales en su versión negativa toda vez que tienden a deformar la realidad construida socialmente y a no integrar a los sujetos que no comprendemos. Algunos fundamentos ancianistas discriminadores se asientan en estos mitos y prejuicios por lo que se presenta como fundamental conocerlos y desenmascararlos para así poder “construir un mundo para todas las edades” tal como nos dice la Organización de las Naciones Unidas en su Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento. En pos de esta construcción solidaria e integradora es que se ha escrito este artículo.-
La eternidad en clave ecuatoriana
Ricardo Coler es escritor y médico. Dirige la publicación Lamujerdemivida. Escribió recientemente "Eterna juventud", basado en Vilcabamba. Lenin me señaló una construcción a medio terminar en la parte baja del valle. No sabía qué decir. Volví a preguntarle si el padre le había puesto Lenin porque era del Partido Comunista. Ya me había dicho tres veces que no. Lo conocí en la avenida "Eterna Juventud", calle principal de Vilcabamba, un pueblo ecuatoriano de la provincia de Loja. Estaba apoyado en su camioneta -una cuatro por cuatro blanca- con anteojos oscuros, camisa abierta y teléfono celular en la mano. Esperaba a que alguno le contratara sus servicios. Si era un extranjero, mejor. Después de hacerle entender que no todos los extranjeros éramos americanos o europeos, pudimos ponernos de acuerdo en una tarifa para que me llevase a recorrer la zona.Vilcabamba es un pueblo del Ecuador en donde no pasa absolutamente nada. No tiene ni museos ni grandes edificios ni playas tropicales. Tampoco un pasado histórico notable. Pero hay un detalle: sus habitantes llegan a vivir ciento diez, ciento veinte y ciento treinta años en un estado de salud envidiable. Los ancianos de Vilcabamba suben y bajan montañas a diario, conservan la dentadura, leen sin anteojos, tienen vida amorosa activa y en muchos casos, después de encanecer, recuperan el color de pelo. El primero al que Lenin me llevó a conocer fue a José Medina, agricultor, ciento doce años. Apenas subimos a la camioneta me dijo que cuando regresemos al pueblo quería mostrarme las construcciones nuevas. Me iba a sorprender. Cruzamos un puente sobre el río Chamba y después de bordear una montaña llegamos a lo de José Medina. Era una casa precaria en la que había unos pocos animales de corral y un huerto chico. Hubo dos cosas que me llamaron la atención del centenario: estaba trabajando, estaba fumando. Cuando planifiqué el viaje, procuré leer lo que estuvo a mi alcance sobre Vilcabamba. Artículos periodísticos y también literatura científica. En todos los casos reconocían el fenómeno inexplicable de la longevidad del valle, pero en ninguno se hacía mención al cigarrillo. Pero eso no era todo. En cuanto nos pusimos a conversar, José Medina se explayó sobre sus hábitos, y sus hábitos incluían café, sal y una bebida blanca de alta concentración alcohólica -el puro- que consumía a diario. Eran las costumbres del pueblo, me dijo. Al verme sorprendido, Lenin aprovechó para aclararme que José Medina no estaba fumando tabaco. Aliviado, pregunté qué era. Chamico, una droga con efectos parecidos a la cocaína pero mucho más tóxica. Algo pasaba en Vilcabamba. Fuera lo que fuere, hacía pedazos toda idea de vida saludable. De regreso, paramos en lo alto de una montaña desde la que se veía el pueblo. "Ves eso que está allá -me decía Lenin-, es la casa de un general americano. Abajo tiene un refugio antiatómico. Y esa otra, es de uno de los astronautas que estuvieron en la luna. Esas dos, son de actores de Hollywood. Muy conocidos, cada tanto se los ve en la plaza". Pero lo que más llamaba la atención era una enorme hacienda dividida en lotes que se estaba terminando. Un sitio para los que sueñan con el seguro de la longevidad. Eran carísimas y no se las vendían a cualquiera. Había que pasar una selección. El miedo a morir, le dije a Lenin, es una pasión amarga.-
De recuerdos y olvidos - Magalí Risiga
Recuperar o restituir datos es buscar la información previamente guardada en la memoria. Para ello algunas veces necesitamos una indicación o una pista: recuperando una pequeña parte aparece toda la información. Esa pista puede ser una palabra, una imagen, un sentimiento, un aroma o un sabor. A menudo el extraer de la memoria semeja un trabajo de detective en busca de huellas.
Cuanto más claramente haya sido registrada la información y más alto haya sido su grado de elaboración y el nivel de organización logrado para su almacenamiento,...más fácil será recuperarla. Por eso son tan importantes los métodos que utilicemos para guardar ordenadamente la información.
En el transcurso de nuestra vida, memoria y olvido juegan en un equilibrio permanente: olvidamos para poder recordar, de lo contrario vivir se haría imposible. Sin embargo, no siempre este equilibrio es posible de mantener. Para recordar y para olvidar hay muchos factores de importancia: edad, salud, educación y experiencia, atención e interés, confianza en sí mismo y métodos que se utilicen para recordar. Las presiones, la fatiga o momentos de un alto contenido emocional determinan que muchas veces incurramos en olvidos. En general, la gente que lleva una vida muy activa puede presentar más quejas sobre su memoria porque se fija requisitos más exigentes que la gente que lleva una vida más pasiva.
Aún cuando en todas las edades los problemas de atención y memoria sean comunes, no tienen la connotación negativa y muchas veces prejuiciosa que adquieren una vez superada la “barrera de los 60 años”. Es sí importante tomar en cuenta que con el transcurso de los años por lo general se requiere algo más de tiempo, tanto para incorporar nueva información como para extraer conocimientos ya almacenados. Un segundo cambio que puede presentarse al envejecer es que se hace más difícil dirigir y mantener la atención, porque la memoria inmediata no reacciona de manera tan eficaz a las interferencias.
Los olvidos más comunes son los que se relacionan con nombres propios y palabras “en la punta de la lengua”, no encontrar objetos de uso cotidiano dentro de la casa, llegar hasta alguna habitación y no recordar “qué vine a buscar”, perder el tema de conversación o el hilo del pensamiento frente a alguna interferencia o distracción
Para mejorar la memoria no existe ninguna “píldora mágica”, solo el tomar conciencia de lo que nos pasa y encontrar métodos más efectivos para mejorar su funcionamiento. Y si bien tampoco hay fórmulas válidas para la generalidad de la población, algunas recomendaciones pueden ayudar a mantener la funcionalidad de su memoria.
Aprender a dirigir conscientemente la atención sobre la información que se quiere recordar: es una forma de luchar contra los factores que nos distraen o interfieren. La distracción puede deberse a influencias del ambiente pero también a nuestros propios pensamientos.
Lograremos mayor eficiencia haciendo una actividad por vez en lugar de hacer varias cosas al mismo tiempo, ya que con la edad disminuye esa capacidad de simultaneidad de atención.
Aprender a “seleccionar” aquello que realmente queremos recordar, adaptándonos a nuestras posibilidades actuales y dándonos el tiempo necesario para incorporar y almacenar adecuadamente esa información.
Seleccionar qué información guardar en memoria, implica reservarla para lo importante y delegar otros datos en ayudas externas (como agendas, libretas, listas, etc.). Estas ayudas externas deberían cumplir precisamente con su función de “ayudas” y no transformarse en un apéndice de nuestra memoria, por lo cual es imprescindible aprender a regularlas.
Utilizar aquellos métodos que sean personalmente más útiles para guardar información. Los métodos más conocidos son: ordenar, relacionar y formar imágenes.
Aprender informaciones nuevas en períodos cortos y con pausas posibilita un mejor almacenamiento de los datos.
Generar hábitos de orden, con lugares fijos para los objetos importantes permite prevenir la búsqueda constante de llaves, monederos y anteojos con la consiguiente ansiedad que genera el no encontrar lo que necesitamos cuando lo necesitamos.
Solicitar a quienes nos rodean que en lugar de “decir por nosotros” cada vez que no encontramos un nombre o una palabra, nos den “una pista”. Esa “pista” puede ser algún dato de, por ejemplo, ese actor del cual no recordamos el nombre; (en qué películas trabajó), o con qué letra comienza su nombre. Lo importante es que esos indicios permiten que la memoria se active y se ponga en marcha el mecanismo de búsqueda de la información. También impide que nos volvamos cada vez más dependientes de los demás.
En general, una vida activa, de hábitos saludables, con redes sociales y diversidad de actividades de alta significación personal, redunda en beneficio no sólo de nuestra memoria, sino de nosotros como personas, para una vida más plena y satisfactoria.
“…para los navegantes con ganas de viento, la memoria es un puerto de partida” (Eduardo Galeano).-
Vejez = Enfermedad: estereotipo que cae
Estos resultados difieren con lo que habitualmente se sabe de los mayores ya que a diferencia de otros estudios gerontológicos, el estado de salud se analizó desde una concepción integral y multidimensional. En la evaluación, de la que participaron 515 personas de Hogares de Día y de geriátricos, también se tuvo en cuenta su situación objetiva y la satisfacción personal con la propia vida, con los vínculos afectivos y familiares, con el espacio socio-ambiental (ingresos, residencia) y con la autonomía y nivel de actividad.
Además, se incluyó la valoración de su propio estado de salud con respecto al pasado y en perspectiva futura. El partir desde un concepto de salud integral que incluye el bienestar psicológico llevó de incluir en el estudio los dolores psicológicos como la depresión y los problemas de memoria.
Dolores y estereotipos. Investigados desde esta perspectiva, surgió que desde lo estrictamente físico los problemas crónicos son en primer lugar los osteoarticulares (artrosis, artritis, ciática, lumbago o dolor de espalda); le siguen el estreñimiento, insomnio, problemas de corazón o circulación y tensión alta.
En tanto, las dolencias bucales, várices, dolores de cabeza, de estómago y bronquitis o asma, son los que afectan a menor cantidad. También son infrecuentes la tos catarro y gripe, el escaparse la orina, los mareos, el sentirse adormilado durante el día y hormigueo en brazos y piernas, contrariamente a las representaciones que guarda de ellos el imaginario colectivo.
En concordancia, los analgésicos son los medicamentos más consumidos por los mayores mientras que los antidepresivos, antialérgicos y antifebriles, los menos demandados.
Los padecimientos psíquicos, mentales y afectivos condicionan la vida de los mayores tanto como los físicos y repercuten directa o indirectamente en su bienestar.
Los síntomas que aparecieron con mayor frecuencia fueron los propios de la tercera edad: el declive cognitivo normal y la depresión. En cambio, las patologías más severas se presentaron escasamente. En este sentido, Urrutia sostuvo que el funcionamiento físico y la salud en la vejez van más allá de la sola ausencia de enfermedad, y se incluyen criterios relacionados al mantenimiento de la autonomía e independencia del sujeto, lo que suele estar asociados a alguna enfermedad anterior (accidentes cerebro vasculares, por ejemplo), o a algún estado emocional presente (depresión) que conlleva, en la mayoría de los casos, deterioros futuros.
Hombres y mujeres. Se pudo establecer que las mujeres manifiestan problemas crónicos más frecuentemente que los varones. A medida que pasan los años ellas presentan un incremento significativo de las visitas al médico, de dolores y una valoración subjetiva más negativa de su salud. En cambio, en los hombres el aumento de la edad se refleja sólo en el deterioro de su capacidad cognitiva.
La instrucción marca diferencias. Gozan de un mejor estado de salud física y psíquica aquellos ancianos que alcanzaron un mayor nivel educacional. Incluso, se detectó menos cantidad de problemas psicológicos.
Uno de los datos previsibles y confirmado en el trabajo es que los ancianos que viven definitivamente en residencias geriátricas tuvieron el más bajo desempeño cognitivo en la prueba de estado mental.
Por último, la investigación reveló que los casados o en pareja presentan un mejor estado de salud física y mental, pero también una mejor valoración de la misma.-
Abuelos: los mejores cuidadores
En comparación con el cuidado de la guardería, el de la madre u otros familiares, el cuidado de la abuela estaba asociado con un menor riesgo de lesiones, dijeron investigadores de la Facultad de salud pública Bloomberg de la Johns Hopkins.
"El crecimiento reciente en el número de abuelos que cuidan de sus nietos ha hecho que algunos observadores se preocupen de que no se sigan las prácticas de seguridad modernas. Por el contrario, esta investigación nos dice no sólo que no existe evidencia que avale esta teoría, sino que las familias que eligen a los abuelos para que cuiden de sus niños experimentan menos lesiones infantiles", señaló en un comunicado de prensa el autor del estudio, el Dr. David Bishai, profesor en el departamento de población, salud familiar y reproductiva de la Bloomberg.
"En vista de que las lesiones son la causa número uno de muerte infantil en Estados Unidos, es crucial que sigamos determinando el riesgo y los factores de protección", agregó la coautora del estudio Andrea C. Gielen, directora del Centro para la investigación y política de lesiones en el departamento de gestión y política de salud de la Bloomberg.
"Se necesitan estudios adicionales sobre cómo las familias eligen a sus parientes para cuidar de los niños y el estilo de cuidado real de los abuelos, porque el efecto protector de los abuelos podría depender de escoger a la abuela o al abuelo correcto", subrayó Gielen.
Para este estudio, los investigadores analizaron los datos de la Evaluación nacional del Programa de medidas saludables para la primera infancia, que incluye más de 5,500 recién nacidos registrados en 15 ciudades de EE. UU., con un seguimiento de 30 a 33 meses.
Además del cuidado, los investigadores estudiaron la relación entre la estructura familiar y el riesgo de lesiones. La probabilidad de lesiones era mayor entre los niños de padres que nunca se casaron en comparación con los niños de madres que permanecieron casadas durante la vida del niño. Los niños de hogares en los que padre no vivía en casa también eran más propensos a sufrir lesiones. Tales asociaciones fueron independientes del ingreso familiar.-
El estudio aparece en la edición de noviembre de la revista Pediatrics.
(FUENTE: Johns Hopkins University Bloomberg School of Public Health, news release, Nov. 3, 2008)
Reminiscencia
"La psicología clínica lo consideró durante mucho tiempo como un proceso regresivo, de goce con un pasado ya inexistente, muchas veces teñido de fantasía , y se lo relacionaba en forma peyorativa con el deterioro intelectual. Esta idea traspasó los límites de la clínica y pasó a formar parte de la sabiduría popular en forma prejuiciosa y hasta gerontofóbica."
Llamamos reminiscencia a la función que permite recordar pensando o relatando hechos , actos o vivencias del pasado.
Salvarezza la define con mayor precisión diciendo que es : "una actividad mental organizada, compleja y que posee una finalidad instrumental importantísima: la de permitirle al sujeto reafirmar su autoestima cuando sus capacidades psicofísicas y relacionales comienzan a perder vitalidad".
Es una actividad psíquica universal, necesaria en el envejecimiento y en la vejez, es saludable porque favorece la integración del pasado al presente, le da continuidad, reforzando así la identidad.
Algunos gerontólogos norteamericanos, clasifican en varios tipos a la reminiscencia, así hablan de Reminiscencia integrativa, narrativa, obsesiva, instrumental, transmisiva, pero resulta de utilidad conocerlas solamente para aplicarlas en distintas oportunidades.
Actúa algunas veces como "revisión de vida" o como una reconstrucción de la historia personal.
El recordar es una función que se ejercita a través de la memoria, se recuerda a toda edad pero es mas específica en la etapa del envejecimiento.
Cuando uno rememora, revisa los recuerdos, los mira desde el presente, puede capturar las emociones que acompañan a ese episodio que hoy es recordado.
Reiteramos que el recordar es un proceso vital, normal y saludable del envejecer.
Se puede usar de dos formas el recordar el pasado; algunas veces se lo usa como huida , como un rumiar siempre determinados hechos, como queriendo fijar ahí el tiempo; es un mecanismo de defensa que evita mirar la realidad. Sería la Reminiscencia obsesiva que mencionábamos antes.
Esta forma no es saludable y lleva al retraimiento.
Esto sí se constituye en un elemento patológico porque desvía al sujeto de la realidad.
Acá nos referiremos a otra forma de rememorar.
Cuáles son las funciones de la reminiscencia?
Podemos puntualizar las funciones de la reminiscencia y porque contribuye para un buen envejecer diciendo que:
* Favorece la integridad.
* Refuerza la identidad y aumenta la auto-estima
* Permite la resignificación .
* Estimula los duelos.
* Manifiesta el logro de la longevidad.
* Ayuda a mantener la memoria colectiva.
* Decimos que favorece la integridad porque relaciona lo vivido,el pasado al presente constituyéndose así en una vivencia de continuidad, de historia de vida. Además al integrar el pasado, hay una reconciliación con la vida que tocó vivir, evitando así una excesiva añoranza por lo no vivido.
Se le encuentra significado y propósito a la vida.
Lograr la integridad entonces es una de las características del buen envejecer.
*Refuerza la identidad y aumenta la auto-estima
Identidad es la vivencia del propio yo, una unidad que nos distingue de los otros, es lo que nos hace singulares y como nos reconocemos a nosotros mismos.
Uno se visualiza como único a través de la vida, se reconoce entonces en el niño y el joven que fué, en el adulto que creció y ahora en el adulto mayor en una nueva etapa de la vida a vivir.
Tendemos a mantener la identidad a través de los múltiples cambios que sufrimos a través de la vida, tendemos a sentirnos los mismos aunque cambie el cuerpo, nuestra forma de pensar, nuestros roles, nuestro lugar en la sociedad.
En este aspecto de la identidad es en lo que se compara la adolescencia con el envejecimiento, el adolescente debe forjarse una identidad y también sufre pérdidas, el adulto mayor debe conservar su identidad, debe lograr la continuidad de ella a través de los cambios. Cambios y preparación para la adultez en el adolescente, para la vejez en el envejescente.
Así como el adolescente fluctúa a veces entre conductas infantiles y adultas también el envejescente quiere seguir siendo joven y se esfuerza en demasía en actividades en general físicas y otros asumen la vejez antes de tiempo, se entregan.
La auto-estima es el aspecto afectivo de la identidad.
En el envejecimiento y a causa de los cambios y de las pérdidas decimos que la auto-estima se ve amenazada, hablamos de una herida narcisística.
Es un momento en que se siente más vulnerable, a veces más solo y el recordar con otros; hechos de su vida, lo ayuda emocional y socialmente, es como encontrar nuevas fuerzas.
La reminiscencia ayuda a reforzar la auto-estima porque se recuerdan hechos en donde se tenía mayor vitalidad, en donde se pone de manifiesto todo lo que se hizo y se lo reconoce como propios.
Se logra traer a la memoria momentos vividos con intensidad, habla de la potencia y de lo vital que se vivencia como disminuido en el presente, dándole un mayor sentido.
*Permite la resignificación.
Y porqué resignificar?
Tiene que ver con volver sobre algún acontecimiento traumático o no pero muchas veces conflictivo y efectuar una relectura que permite una ubicación de ese hecho de una manera menos dolorosa.
A la luz de nuevas experiencias y con el tiempo de fondo, se pueden dar significados distintos a las cosas vividas.
* Estimula los duelos.
Hablamos de duelo para referirnos a un trabajo psíquico necesario para afrontar una pérdida significativa ( un ser querido, un objeto importante, una actividad relevante) trabajo que se da acompañado por una sensación de tristeza, de dolor. Pérdida y reacción frente a la misma son las partes de este trabajo.
La pérdida es una experiencia vital, se siente que ya no se tiene o se ha dejado algo significativo, real o no. Ya Freud en 1915 decía que "el duelo es por lo general la reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente, la patria, la libertad, el ideal, etc."
El duelo lleva a desprenderse íntimamente del objeto perdido .
Este trabajo de duelo es un proceso, esto es, lleva un tiempo y su resolución lleva a la liberación de energías que quedan entonces disponibles para nuevas actividades, nuevos vínculos.
En el transcurso de la vida se sufren muchas pérdidas mas o menos significativas, mas o menos dolorosas.
*Triunfo de la longevidad.
Esto también es logrado a través de la reminiscencia porque uno puede mostrar una historia de vida, una vida llena de vivencias, y de algún modo la supervivencia indica un triunfo sobre la muerte.
Sólo se llega a envejecer si la muerte no ha llegado antes.
*Ayuda a mantener la memoria colectiva, al trasmitir los hechos del pasado a las nuevas generaciones y al mismo tiempo busca las raices en búsqueda de ancestros. ( No olvidemos el pasado de inmigrantes que nos caracteriza)
Sabemos por desgraciadas experiencias sociales, cuán importante es recordar y no olvidar.
Todos los estudios realizados para corroborar el efecto de la reminiscencia como los que resultan de la práctica clínica muestran como las personas que tiene la posibilidad de recordar tienen menos tendencias depresivas.
Así Robert Butler, importante gerontólogo dice precisamente que hay "una correlación positiva entre reminiscencia y la adaptación positiva a la vejez gracias a la conservación de la autoestima y a la consolidación del sentido de identidad".
También los estudios de McMahon y Rhudick en 1967 en encuestas con un grupo de veteranos de guerra han llegado a conclusiones similares.
La reminiscencia deviene además un recurso psicoterapéutico de inmenso valor. De ahí que nosotros insistimos en los Talleres de Reflexión en la expresión oral o escrita; en forma de creación literaria, artística, o simplemente intercambiada con otros.
Muchas veces esto asusta, la sociedad condiciona para olvidar, para tapar, para no mirar las cosas que puedan molestar, bloqueando de esta manera todo recuerdo, incluso los más felices.
Se recuerda a través de la memoria y al mismo tiempo así se ejercita ésta.
La reminiscencia daría la posibilidad de mirar desde la cumbre la totalidad de la montaña después de haberla escalado pudiendo así ver en forma global la vida, reconociéndose en cada uno de los momentos vividos.
Verse así, es ver el niño y el joven que fué, luego el adulto que creció y esta nueva etapa , la vejez, que también es la vida.
En las sociedades primitivas, el viejo tenía un lugar de privilegio, era el narrador de hechos del pasado, casi diríamos el historiador y se lo respetaba y se lo escuchaba. Todo esto se fué perdiendo al paso de los adelantos de la tecnología y de los cambios en la forma de vivir.
Jacques Laforest dice " la vejez es experimentada de forma positiva cuando a través de ella el individuo continúa viviendo una experiencia de devenir personal al igual que lo hacía en las etapas anteriores de la vida".
Devenir personal que es tomado como crecimiento, como progresión, como auto-superación, ser y vivir más en contraposición a producir o tener más. Se relaciona con una mejor calidad de vida, nuevas experiencias centradas en el sujeto. Se hace necesario aclarar que cuando el recordar moviliza una cuota de angustia muy grande, el pedido de ayuda terapéutica se hace conveniente.-
Virginia Viqueira
Cerebro reduce el ritmo a partir de los 40
La velocidad con que podemos arrojar una pelota, correr o girar el volante del automóvil depende de la rapidez con que las células envían la orden a los músculos. Y a su vez esta velocidad depende de un buen aislamiento de las conexiones cerebrales.
Una nueva investigación sugiere que a una edad mediana, incluso las personas saludables empiezan a perder parte de ese aislamiento en un sector del cerebro que controla el movimiento, a la vez que su velocidad disminuye ligeramente.
Eso contribuye a explicar por qué "es difícil ser un atleta de nivel mundial después de los 40 años", concluyó el doctor George Bartzokis, neurólogo en la Universidad de California en Los Angeles que condujo el estudio.
Y aunque pueda parecer deprimente, no es para desanimarse. La investigación indica un motivo más para mantenerse activo física y mentalmente: un cerebro ejercitado puede detectar más rápidamente el deterioro en el aislamiento y ordenar su reparación a las células correspondientes.
Para Bartzokis, el cerebro es como la internet. Los movimientos veloces dependen de la longitud de banda, que en el cerebro es la mielina, una especie de vaina grasosa de las fibras nerviosas.
Una mielina saludable _un sólido aislamiento grueso ajustado firmemente a dichas fibras_ permite la rápida conducción de las señales eléctricas con las que el cerebro envía sus órdenes. Las descargas eléctricas de alta frecuencia aceleran los movimientos.
Pero mientras la mielina se va produciendo durante la adolescencia, ¿cuándo se torna tan lenta su producción que no basta para reparar el aislamiento deteriorado?
Eso se propuso comprender el nuevo estudio. Bartzokis reclutó a 72 varones saludables, de 23 a 80 años, para someterlos a una prueba sencilla: ver con qué velocidad podían golpetear con el dedo índice. Todos pueden hacerlo, ya que no depende de la fuerza ni del estado físico.
Los investigadores contaron la cantidad de golpecillos que daban los sujetos en 10 segundos y registraban los dos intentos a mayor velocidad sobre un total de diez. Después se les escaneaba el cerebro para detectar la mielina deteriorada en la región que ordena a un dedo efectuar aquel movimiento.
Significativamente, la velocidad de golpeteo y la salud de la mielina alcanzaban su mayor nivel a los 39 años. A partir de allí ambos factores declinaban gradualmente con el avance de la edad, informaron los investigadores el mes pasado en la revista Neurobiology of Aging.
Eso no significa que el resto del cerebro se vea igualmente afectado. Bartzokis tiene algunas evidencias de que la mielina empieza a deteriorarse una década más tarde en las regiones cerebrales responsables de las funciones cognitivas que en las zonas de control motor.-