Es sabido que, según las proyecciones, la proporción de personas de más de 60 años que componen la humanidad no está en disminución, sino en franco crecimiento. En 2050 ese grupo podría llegar a incluir nada menos que a casi la tercera parte de la población mundial, 2000 millones de individuos.
Pero permítanme un alarde de optimismo: al paso que vamos, pronto podremos "eliminar" la ancianidad. Los "viejos" ya no quieren ser "viejos".
Los "adultos mayores", como ahora estilamos llamarlos (al menos los que tienen el privilegio de poder elegir su estilo de vida), cada día se resignan menos a estar lejos de la "acción". México acaba de inaugurar una universidad para "ancianos" donde se imparten materias como matemática, economía, finanzas, informática, idiomas, derecho, danza, gimnasia, literatura, historia universal, historia del arte, filosofía y otras.
Ayer, nos enteramos con inevitable incredulidad del rescate de María D´Antuono, que, a los 98 años, había transcurrido 30 horas bajo los escombros luego del sismo registrado en Italia... tejiendo. El lunes, Gertrude Baines, una norteamericana nacida en Georgia y en estos momentos la persona de más edad del mundo, cumplió 115 años. Y no está sola. Los gerontólogos ya crearon un sustantivo para los que se atreven a una hazaña semejante: supercentenarios.
Sin embargo, si hubiera que mencionar un solo nombre que reúna en sí mismo todo lo que se puede hacer de una vida si se ejerce una vitalidad envidiable, ése sería el de Rita Levi-Montalcini.
Levi-Montalcini, descubridora del factor de crecimiento nervioso, se convertirá dentro de quince días en la primera premiada con el Nobel que llega a los 100 y todavía mantiene una actividad que asombra.
Todas las mañanas, impecablemente vestida y arreglada, se dirige al Instituto Europeo de Investigación del Cerebro que lleva su nombre, en las afueras de Roma. Por la tarde, se ocupa de la fundación que creó hace quince años para impulsar la educación de las mujeres africanas. Y como senadora vitalicia, cargo que le otorgó en 2001 el presidente Ciampi, lucha por causas sociales y por la defensa de la ciencia italiana. Los científicos jóvenes la consideran "una inspiración", del mismo modo en que lo son, en la Argentina, Christianne Dosne de Pasqualini, a los 89, y Gregorio Klimovsky, a los 86, y que lo fue el recordado Manuel Sadosky, hasta los 91.
Compromiso con los más vulnerables, pasión por lo que se hace y voluntad de trascendencia... Qué gran receta para llegar a los cien años... Nora Bär
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