El alzhéimer, relacionado con la depresión en la tercera edad

La depresión de aparición tardía puede ser un factor de riesgo para demencias como el alzhéimer.

Los cambios demográficos de las últimas décadas han provocado un envejecimiento progresivo de la población. Crece por tanto el perfil de paciente mayor, polimedicado y con varias patologías crónicas. En este contexto es importante vigilar de cerca el continuum de enfermedad depresión-demencia. Este tema fue abordado durante la celebración en Sevilla del Congreso de la Sociedad Española de Psiquiatría Privada (ASEPP). Según explicó el psiquiatra Ángel Moríñigo,  especializado en el ámbito de las demencias, “la depresión de aparición tardía, es decir, la que se inicia en edad geriátrica, es un factor de riesgo para la demencia”.
Para el experto, “su tratamiento no sólo es imprescindible para mejorar al paciente depresivo y aportarle mayor bienestar sino también para poder prevenir  la conversión a demencia con el curso de los años”.  Moríñigo realizó una revisión de las evidencias científicas disponibles. “Las investigaciones han señalado correlaciones entre los síntomas depresivos y el riesgo de enfermedad de Alzéhimer, basándose en técnicas de neuroimagen a través del estudio de pacientes control sin depresión o con cuadros depresivos muy leves. “En la depresión de aparición tardía se relaciona con el riesgo de demencia especialmente en la demencia de tipo alzhéimer y la de tipo vascular”, explicó.
Además, el experto apuntó que algunos estudios incipientes apuntan a la probabilidad de que estos datos sean aplicables a más rangos de edad, aunque aún no hay datos suficientes. “Es posible que la depresión a cualquier edad constituyen un factor de riesgo para las demencias”, indicó Moríñigo.

De la depresión a la demencia
Según esta perspectiva, ¿cómo diferenciar una depresión que va a abocar a la demencia de una depresión pura o primaria que no tenga que ver con la demencia en la edad senil? Según indica Ángel Moríñigo, es clínicamente complejo. Pese a que las pruebas de neuroimagen, como la Tomografía por Emisión de Positrones (PET) podrían aclararlo en parte, no se dispone de esta tecnología en todos los contextos sanitarios para poder estudiar los depósitos de beta-amiloide y el sistema serotoninérgico al mismo tiempo. Pero sí es posible atender a algunos signos importantes y habituales cuando en una aparición de depresión en edad geriátrica el trastorno cognitivo leve que se asocia a la depresión no revierte. “Los síntomas puramente emocionales revierten y los tratamos bien con antidepresivos, pero a veces ni con el mejor antidepresivo revierte el trastorno cognitivo leve, que incluso progresa y  a veces  empeora. En muchos mayores si tratamos bien la depresión remite el trastorno cognitivo leve. Ese es una sub población de pacientes en mayor riesgo y a los que debemos seguir  de manera más precisa”, explica.
En estos subgrupos, según explicó Manuel Martín, director del Instituto de Investigaciones Psiquiátricas de Bilbao, “debemos ver también si hay otros factores de riesgo para demencia”. Por ejemplo, analizar si existen antecedentes familiares de demencia o estudiar si podría haber factores de riesgo para la demencia vascular. “A veces hay un solapamiento entre distintas formas de demencia y se sabe que puede haber más riesgo cuando hay problemas de hipertensión o hipercolesterolemia. Si en una persona confluyen todos estos factores será indicativo de que la posibilidad de una evolución a demencia es mayor”, afirma el especialista. Por otro lado, Martín recordó que la presencia de apatía es un indicador muy preciso. “La presencia de apatía como rasgo predominante en la depresión indica muchas veces un mayor riesgo de evolución a demencia”, indicó.-

Los riesgos de la soledad en los mayores

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) alerta de que la soledad puede representar un factor de riesgo para la depresión, el deterioro cognitivo y la mortalidad en los mayores.

¿Puede ser la soledad un factor de riesgo para la depresión y el deterioro cognitivo?
Según los expertos sí, que señalan que en el último año se ha producido un aumento en España de los hogares unipersonales y se estima que hasta 1,8 millones de mayores viven solos, lo que puede representar un factor de riesgo para la depresión, el deterioro cognitivo y la mortalidad.
Así lo ha alertado la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) durante el congreso anual que celebran estos días en San Sebastián, ante la gravedad de esta situación y de los serios problemas que puede provocar en la salud de las personas de la tercera edad.
De estos casi dos millones de mayores que viven solos se estima que un 42 por ciento (unas 368.400 personas) tienen más de 85 años, y el 72,2 por ciento son mujeres. Y según datos de la Encuesta Continua de Hogares de 2014, apenas reciben una visita mensual de alguien conocido de su entorno social e incluso, se dan casos, en el que no existen tales visitas.
Esto lleva aparejado diferentes problemas de salud asociados a la soledad, argumentan los geriatras, y además de la depresión la soledad también se relaciona con enfermedades cardiovasculares, hipertensión y demencia. Incluso existe un vínculo muy fuerte con una mortalidad temprana.
Además, estos mayores tienen problemas ligados a la movilidad y al riesgo de caídas y, como consecuencia de éstas, de sufrir fracturas óseas. Del mismo modo, esta soledad suele también asociarse a problemas económicos, lo que repercute en su alimentación y en su higiene.
“La soledad puede verse incrementada a lo largo del ciclo vital por factores asociados a los estilos cognitivos o a la personalidad de las personas o a la ocurrencia de sucesos vitales significativos como, por ejemplo, la jubilación, enfermedades o asumir la tarea de cuidar de un familiar dependiente”, ha explicado Andrés Losada, profesor de Psicología Clínica de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Además, los expertos recuerdan que con los expectativas demográficas y el progresivo envejecimiento de la población se trata de un problema que va a ir a más por lo que es necesario “saber cómo enfrentarse a él”, y consideran imprescindible el papel de la acción voluntaria en el acompañamiento de situaciones de soledad no deseadas.-

El 62% de los hombres y el 37% de las mujeres mayores de 65 años son sexualmente activos.

Un estudio sobre casi 2.000 personas, basado en la Encuesta Nacional de Salud y Sexualidad, describe las prácticas eróticas de la tercera edad en España. Las más habituales son los besos, las caricias y la penetración vaginal. Las principales causas de inactividad sexual son la enfermedad física y la viudedad.

El estudio, publicado en una de las revistas de mayor impacto mundial sobre sexualidad, The Journal of Sexual Medicine, analiza los factores que influyen en la actividad sexual de las personas mayores en España.
“Esta investigación permite conocer una realidad social no suficientemente tratada en España: la sexualidad y las personas mayores”, explica a SINC Domingo Palacios, investigador universitario y autor principal de este trabajo.
Los resultados, basados en la Encuesta Nacional de Salud y Sexualidad realizada en 1.939 ancianos heterosexuales durante el año 2009, revelan que el 62,3% de los hombres y el 37,4% de las mujeres son sexualmente activos. Las prácticas sexuales más habituales son los besos, las caricias y la penetración vaginal. Por el contrario, las menos practicadas son la masturbación y el sexo oral.

Además, existen otros factores que limitan la actividad sexual en ambos sexos: ser mayor de 75 años, no tener pareja, poseer un bajo nivel educativo, una mala percepción de la propia salud y la sexualidad, padecer dos o más enfermedades crónicas y tomar dos o más medicamentos.
“Esto tiene su aplicación en la prevención de enfermedades y en la promoción de la salud y las prácticas sexuales saludables”, afirma Palacios, quien subraya que entre las razones por las que la población mayor española no tiene relaciones sexuales destacan la viudedad y la enfermedad física de la pareja.
Los autores apuntan diferencias de género entre los mayores de 65 años, con una menor actividad sexual de las mujeres respecto a los hombres, y de edad, con mejores resultados entre los 65 y los 74 años que en los mayores de 75 años.

Los resultados apoyan estudios anteriores.
Esta no es la primera vez que se mide la salud sexual en la tercera edad. Ya en 2006, un estudio que se hizo público durante el XXVI Congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYC) mostró que el 60% de las personas mayores de 65 años decía tener relaciones sexuales con una frecuencia media de cuatro veces al mes.
En aquel trabajo, realizado en más de un centenar de personas por médicos de familia de Cataluña, la mayoría reconocía que aunque sus relaciones habían sufrido cambios a causa de la edad, no por ello eran "menos satisfactorias".
Asimismo, los datos coinciden con los de una encuesta realizada en EE UU y publicada en el New England Journal of Medicine en 2008, en la que el 73% de los estadounidenses entre 57 y 64 años practicaban sexo. La cifra bajaba al 53% entre los 65 y los 75 años y caía hasta el 26% a los 85.-
fuente: The Journal of Sexual Medicine.

14 de Febrero - Día de los enamorados

Sólo imágenes que hablan por sí solas.