Expertos en biomecánica de dos universidades -una de Estados Unidos y otra de Holanda- investigaron por qué los seres humanos balancean los brazos al caminar. Descubrieron que no se trata de una cuestión evolutiva sino que el hombre adquirió ese hábito porque así logra economizar su gasto de energía.
Steve Collins, Arthur Duo y Peter Adamczyk trabajan en el Departamento de Ingeniería Mecánica y en el de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Michigan. Collins es, además, biomecánico en la Universidad tecnológica Delft, en Holanda.
Para estudiar el modo de andar del hombre, pensaron en cuatro modos de caminar: uno normal y tres hipotéticos. El primero representó el modo común de caminar (oscilando los brazos); el segundo, un modo de andar con los brazos atados; el tercero, con los brazos quietos a los costados del cuerpo y el último modelo imaginó a un hombre que mueve los brazos al caminar pero al revés de cómo se hace habitualmente.
La conclusión a la que arribaron es que el beneficio de nuestro modo de caminar es que gastamos hasta un 24% menos de energía que si osciláramos los brazos al revés. Mantener los brazos quietos mientras se camina demanda un 12% más de energía metabólica que si los movemos. La clave es que, economizar energía, permite usarla para otras actividades y sobrevivir. Los resultados se publicaron en Proceedings of the Royal Society B, la revista de investigación biológica de la Royal Society.
En diálogo con Clarín, el experto en biomecánica Steve Collins explicó: "El tipo de balanceo de los brazos que aprendimos a usar durante nuestra vida parece ser óptimo desde el punto de vista energético. Hay dos usos de la energía asociados con el balanceo de los brazos: la energía utilizada para mover los brazos y la utilizada para producir fuerzas de torsión en las piernas. Lo que parece evidente es que el balanceo de los brazos al caminar permite minimizar estos dos costos y conseguir, así, este beneficio de energía".
Minimizar el gasto energético no parece un tema menor: "Uno debe ir de un lugar a otro y la locomoción (caminar, correr) es, sin dudas, la fuente más grande de gasto de energía en la vida cotidiana de la mayoría de los seres humanos. El gasto de energía aumenta las chances de hambruna de una persona. Por eso, el uso de la energía siempre fue muy importante en la supervivencia de los seres humanos", revela Collins.
Y en ciertos grupos, más aún: "En el caso de las personas con enfermedades o lesiones que afectan su forma de caminar, como una amputación, un derrame cerebral o una lesión en la médula, resulta muy importante minimizar el gasto de energía al caminar. Esta gente tiende a usar mucha más energía para avanzar, lo que limita su movilidad y les hace evitar la caminata. Por ese motivo, un balanceo de los brazos adecuado sería más importante de lo que pensamos para la rehabilitación de estos pacientes", agrega el investigador.
Mover los brazos también contrarresta el movimiento de giro que crea el cuerpo al mover las piernas por un camino recto y suaviza el movimiento del andar, reduciendo el gasto de energía de los músculos de las piernas.
El movimiento de oscilación de los brazos mantuvo desconcertados a los científicos por años: como entendían que no tenía ninguna utilidad creyeron que era una "reliquia evolutiva" heredada de ancestros que andaban en cuatro patas. Ahora se sabe que nuestro balanceo no está relacionado con un proceso evolutivo sino con una ecuación costo-beneficio.-
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