Bienaventurados aquellos que tienen en cuenta que ya mis oídos tienen que esforzarse para captar las cosas que ellos hablan.
Bienaventurados aquellos que se dan cuenta que ya mis ojos están nublados y mis reacciones son lentas.
Bienaventurados aquellos que desvían la mirada con disimulo al ver que he derramado la taza de café sobre la mesa.
Bienaventurados los que con una sonrisa alegre me conceden un rato para charlar de cosas sin importancia.
Bienaventurados aquellos que nunca dicen: Ya ha contado eso dos veces.
Bienaventurados aquellos que saben arreglarse para traer a la conversación y a la memoria cosas pasadas.
Bienaventurados aquellos que me hacen comprender que soy amado y que no estoy abandonado y solo.
Bienaventurados aquellos que comprenden que me cuesta mucho encontrar la fortaleza para llevar mi cruz.
Bienaventurados los que me facilitan el paso final a la Patria Celestial, con amabilidad y buenas formas.
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