El cerebro, un misterio aún

"Neguémonos a aceptar que ese órgano gris y uniforme, que estamos
habituados a ver a través del escáner, es el verdadero cerebro". Con
esta máxima, Van Wedeen, experto del Hospital General de Massachusetts
(EEUU), ha sido capaz de obtener imágenes en color y 3D de las fibras
nerviosas responsables de las distintas funciones del cuerpo humano:
vista, olfato, movimiento... Todo un entramado de carreteras que se
entrecruzan y que presentan una geometría nada casual.

El trabajo de este especialista en Imagen Biomédica, y recogido en
revistas como 'Brain' y 'Neuroimage', se basa en la resonancia
magnética y las técnicas de difusión (DSI, sus siglas en inglés),
también conocidas como tractografía.

"Nos basamos en la difusión del agua y el patrón que ésta sigue. Es
nuestro trazador para conocer las características de las fibras
cerebrales", explica a elmundo.es y añade que su objetivo es "ver la
verdadera anatomía del cerebro y no sólo su superficie".

Este mismo método es el que usaron los autores de un trabajo publicado
hace cuatro meses en 'PLoS Biology' y en el que se dio a conocer lo
existencia de un 'kilómetro cero' en el cerebro, el punto del que
salen las distintas autopistas que lo recorren. Las aportaciones de
Wedeen a este estudio suponen un paso más allá: "No nos centramos en
las direcciones más probables sino que analizamos todas las posibles
conexiones".

Fibras que se superponen
La utilización del DSI resultó básica para poder identificar la
superposición de las fibras nerviosas. "Hasta ahora, no se había
tenido en cuenta que se montan las unas sobre las otras y es algo
omnipresente en el cerebro. Eso sí, el que ahora podamos verlas no
supone el final de la historia sino solamente el principio. Tenemos
que aceptar que, en realidad, se sabe muy poco de las conexiones
cerebrales", aclara este profesor de Radiología en la Escuela Médica
Harvard.

El lugar en el que se aloja nuestra mente está compuesto por cerca de
"400 pequeños órganos neuronales, cada uno conectado con otros cinco o
seis". Por tanto, todas estas conexiones dentro de un órgano de tamaño
relativamente reducido no pueden sino entrecruzarse. "En una misma
área puedes encontrarte con 10 estructuras que ocupan el mismo nivel".

Por eso, diseccionar el cerebro y mirarlo bajo un microscopio tampoco
es una solución realista ni eficaz. "Necesitaríamos una verdadera
tecnología en tres dimensiones, hacer cortes de todas las zonas y
luego ser capaces de manejar la ingente cantidad de información que
obtendríamos", apunta Wedeen.

Bajo los escáneres del Centro de Imagen Biomédica Martinos,
dependiente del mencionado centro sanitario de Massachusetts, ha
pasado toda clase de especies animales: ratas, ratones, gatos, macacos
y también humanos. "Hemos detectado que los roedores presentan un
desarrollo muy importante de las áreas relacionadas con la memoria y
el olfato. Algo similar ocurre con los gatos, pero en las
localizaciones asociadas con el movimiento".

Ensayos con humanos
Si la técnica está en sus inicios, lo está aún más en cuanto a
conocimiento del cerebro de las personas. "Por ejemplo, si queremos
escanear el cerebro de un cadáver de mono podemos hacerlo durante 48
horas seguidas y analizar la información resultante". Sin embargo,
esto no puede llevarse a cabo con las personas.

El equipo de Massachusetts ha estudiado a algunos humanos, pero sin
que el paciente superase los 50 minutos bajo el escáner. A la hora de
analizar el cerebro de un fallecido, aunque en ese caso no tendría por
qué haber límite de tiempo, las máquinas actuales no están
suficientemente preparadas para estudiar eficazmente una masa tan
grande.

"Esperamos que la técnica mejore en los próximos cinco ó 10 años,
cuando se construyan escáneres especialmente indicados para estas
técnicas de difusión. La tractografía va a suponer una revolución,
igual que ocurrió cuando comenzó a utilizarse la resonancia magnética
tradicional", asegura Van Wedeen.

Además de saber más sobre los trastornos relacionados con las
conexiones neuronales (esquizofrenia o esclerosis múltiple, por
ejemplo), este tipo de 'mapas cerebrales' pueden tener infinitas
aplicaciones: conocer cómo se desarrolla la mente con la edad;
identificar las diferencias entre un zurdo y un diestro; establecer el
daño provocado por un trauma cerebral; o, trazar las zonas afectadas
por un tumor y ayudar en la cirugía.

"Nos encontramos ante un nivel de detalle estructural que nunca se
había pensado. Lo principal es que nos permite detectar las 'huellas
dactilares' de las distintas formas cerebrales y visualizar su bella y
característica geometría. Cada conexión es un órgano con una
estructura que expresa su función", concluye el científico.-

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