Los expertos dicen que no se trata del jabón que utilizas al bañarte, sino de lo que comes.
Muchas personas notan que, con la edad, el cuerpo desarrolla un olor sutil pero característico. No está relacionado con la higiene ni el cuidado: no se puede lavar con jabón ni disimular con perfume. Se trata de un fenómeno biológico natural del que los científicos han empezado a hablar cada vez con más frecuencia en los últimos años.
¿Qué es el “olor a edad” y de dónde viene?
Los
cambios en el olor corporal en la edad adulta han interesado a los
investigadores desde hace tiempo. En 2010, científicos japoneses fueron los primeros
en registrar la presencia de un compuesto específico, el 2-nonenal, en las
secreciones cutáneas de personas mayores de 40 años. Este compuesto es el que
le da a la piel su característico aroma ligeramente rancio.
Esta
sustancia se forma por la oxidación de los ácidos grasos del sebo.
En
los jóvenes, estos procesos se ven frenados por los antioxidantes naturales y
la rápida regeneración celular. Sin embargo, con la edad, la actividad
antioxidante disminuye, la renovación cutánea se ralentiza y los lípidos
presentes en las glándulas sebáceas comienzan a oxidarse y acumularse.
Así
es como se desarrolla gradualmente el olor; no es necesariamente desagradable,
pero sí bastante perceptible, especialmente en la ropa, la ropa de cama y con
el contacto físico cercano. «Es como el óxido para la piel: un proceso
biológico lento que se intensifica con la edad», explica Lesley Kenny,
especialista en longevidad y fundadora de Oxford Healthspan.
¿Por qué el jabón no ayuda a eliminar el olor a
vejez?
Incluso
con el máximo cuidado, puede ser difícil eliminar por completo el olor. El
hecho es que el 2-nonenal penetra profundamente en las capas de la piel y se
integra en su estructura. Los geles, perfumes y desodorantes lo disimulan solo
temporalmente, y a veces incluso potencian su efecto mezclando aromas.
Lo que realmente ayuda
Según
los expertos, el olor corporal se ve afectado no solo por los cambios
relacionados con la edad, sino también por la dieta. Señala que el consumo
regular de hongos puede mejorar significativamente la situación, incluso
reduciendo la intensidad del olor relacionado con la edad.
El
hecho es que ciertos tipos de hongos son ricos en dos compuestos raros:
·
ergotioneína (un poderoso antioxidante que protege
los lípidos de la piel de la destrucción),
·
espermidina (una sustancia que estimula la
autofagia, el proceso de renovación celular).
Los
champiñones, las setas ostra y los shiitake son especialmente ricos en estas
sustancias. Los hongos no solo enmascaran el olor, sino que influyen en su
mecanismo de aparición.
Lo que dice la investigación
En
un estudio clínico realizado en Japón en 2010 y publicado en la revista
Anti-Aging Medicine, 80 personas de entre 50 y 79 años tomaron extracto de
champiñón durante cuatro semanas. Los participantes que recibieron la dosis
máxima notaron una disminución del mal olor corporal, una mejoría en la
frescura del aliento y una disminución del olor específico en almohadas y ropa.
Al
mismo tiempo, no se han registrado efectos secundarios, lo que convierte a los
hongos en una alternativa segura y suave a los métodos de cuidado
tradicionales.
Pruebas
de laboratorio adicionales mostraron que el extracto de hongo redujo los
niveles de compuestos de azufre y amoníaco, sustancias responsables del olor
acre que se produce en los intestinos y afecta el olor corporal general.
Además,
el consumo regular de hongos se asocia con una mejor función cognitiva, una
presión arterial más baja, el fortalecimiento del tejido óseo y la
ralentización de los cambios celulares relacionados con la edad. Todo esto
convierte a los hongos no solo en un producto dietético, sino en un verdadero
aliado para la salud y la longevidad.
Cómo añadir hongos a tu dieta
Los
expertos recomiendan comer champiñones de 3 a 4 veces por semana. Incluir en la dieta tortillas, sopas y caldos de champiñones, verduras
guisadas con hongos al vapor (estilo japonés).
Los cambios corporales con la edad son naturales. Pero cómo
los afrontamos depende completamente de nosotros mismos. Cuidarse no se trata
solo de cuidados externos, sino también de apoyo interno. Y a veces, este
último consiste en un plato de aromática sopa de champiñones.