Los adultos mayores que usan Internet son menos propensos a la depresión.


El efecto más pronunciado se observó en los que viven solos.

NUEVA YORK (Reuters Health) - Los adultos mayores de Estados Unidos que utilizan Internet son un tercio menos propensos a padecer depresión que los que no usan la red.

"El efecto más pronunciado se observó en los que viven solos, de modo que todo sugiere que se trata de la conexión con otros, lo que elimina el aislamiento y la soledad", dijo la autora principal, Shelia Cotten, científica de Telecomunicaciones, Estudios sobre Información y Medios de Michigan State University, East Lansing.

En The Journals of Gerontology: Series B, el equipo de Cotten publica que la depresión afecta a casi un 8 por ciento de los estadounidenses mayores de 50 años, es decir, entre 5 y 10 millones de personas.

Los autores analizaron las respuestas obtenidas en seis años con la Encuesta sobre Jubilación y Salud de Estados Unidos, un sondeo poblacional para conocer la transición a la pasividad.

La muestra incluyó 3.075 hombres y mujeres jubilados que vivían en la comunidad. Se identificaron los niveles de depresión mediante las respuestas a un cuestionario de ocho preguntas. Los participantes también informaron si usaban Internet para comunicarse por correo electrónico u otras tareas.

Un 30 por ciento era usuario de la red. Al comparar los niveles de depresión, ese subgrupo era un 33 por ciento menos propenso a la depresión que el resto.

Cotten explicó que muchos adultos mayores tienen problemas de movilidad y de salud que les impiden trasladarse y visitar a los familiares. Pero poder usar el correo electrónico para ver fotografías de sus hijos, sus nietos y hasta bisnietos favorece la comunicación.

"Por lo tanto, alentaría que las familias ayuden a los adultos mayores a utilizar Internet y no dar por sentado que es algo que los supera porque no es así", señaló, ya que los estudios demuestran que las personas de 80, 90 y aun 100 años aprenden a utilizar la computadora e Internet.

Recomendó que los adultos que quieran ayudar a sus padres a comenzar a utilizar Internet tengan en cuenta el dispositivo a utilizar.

Dijo que los adultos mayores prefieren las tabletas más que las computadoras de escritorio o las notebooks porque son más fáciles de utilizar y trasladar. "Hay que comenzar con tareas muy simples y decirles que no van a romper la computadora. Que si algo sucede, se puede reparar", precisó. "Hay que avanzar algo más lento que con alguien más joven e insistir en la repetición, hacerlos practicar, que envíen y reciban e-mails de la familia o los amigos y que consulten distintos temas en Internet. La práctica es la clave>.-


FUENTE: The Journals of Gerontology - Shereen y Jegtvig

Estudiar en la tercera edad, una tendencia en continuo ascenso

"Estudiar es una de las alternativas más fructíferas y reconfortantes, que encontraron ya que lo hacen exclusivamente por placer y con la intención de seguir superándose".


Es una generación signada por la cultura del trabajo. Hijos de padres tenaces y sacrificados que les inculcaron la importancia del sacrificio como valor supremo. Hoy tienen entre 70 y 80 años y tras una ardua vida laboral, se plantean como continuar en actividad, haciendo lo que les gusta.

Estudiar es una de las alternativas más fructíferas y reconfortantes, que encontraron ya que lo hacen exclusivamente por placer y con la intención de seguir superándose. Además, no padecen condicionamientos sociales o económicos a la hora de elegir sus carreras, sólo lo hacen por vocación.

Los beneficios son innumerables. Diversas investigaciones a nivel mundial comprobaron que quien sigue estudiando después de los 60 mantiene activa en mayor medida la actividad cerebral, previene enfermedades mentales de la tercera edad y mejora notablemente la calidad de vida después de los 75 años.

En este marco, las virtudes de estudiar después de la edad jubilatoria, han sido abrazadas por miles de hombres y mujeres que estudian en distintas universidades de todo el mundo. Es más, hoy ningún joven se muestra sorprendido si en su curso académico encuentra a una persona de 70 u 80 años de edad como compañero. La integración entre ellos es plena, activa y productiva.

El fenómeno de estudiar en la tercera edad se ha extendido de manera tal que la mayoría de los países del mundo han creado universidades exclusivas para ellos y Latinoamérica no es la excepción. La Universidad de Adultos Mayores, en Méjico dicta 18 carreras universitarias, mientras que en Chile el Centro de Estudios Universitarios para la Tercera Edad, sólo exige como requisito para su ingreso tener más de 50 años y estar predispuesto para el aprendizaje cultural y social.

Por su parte, República Dominicana cuenta con la Universidad de la Tercera Edad (UTE) que desde 1989 dicta diversas carreras de grado como derecho, psicología y administración de empresas.

En Argentina, hace más de una década, la Universidad Nacional de Lomas de Zamora creó el Programa Unite (Universidad de la Tercera Edad) que se dedica a estimular el conocimiento en los adultos mayores de 60 años a partir del dictado de 36 cursos gratuitos.

Unite realizó una investigación sobre los efectos del aprendizaje en la tercera edad, y las conclusiones fueron más que positivas. Las autoras del estudio Mónica Straschnoy y Adriana Rozanski, realizaron una serie de entrevistas a 150 alumnos universitarios que superan los 60 años y al ser consultados acerca de su principal motivación para comenzar una carrera el 59% aseguró que su principal incentivo fue la inquietud de adquirir conocimientos, el 18% estudia por un deseo de superación y un 10% por el hecho de poder compartir una experiencia.

La investigación comprobó además el efecto positivo del estudio en la vida de los adultos mayores. El 85% de los estudiantes reconoció haber descubierto a partir de la experiencia universitaria, aptitudes cognitivas y de socialización que hasta el momento no habían notado. Además, el 90% de los entrevistados siente que ir a la universidad les permite “sentirse vivos”, ser más productivos y mejorar la calidad de vida.

Diversas investigaciones han comprobado la veracidad de estas conclusiones. La Universidad Católica de Chile, realizó un estudio llamado “Componentes de la calidad de vida del adulto mayor y factores asociados', que determinó la importancia radical de la educación en los adultos mayores. En declaraciones al diario El Mercurio, la responsable de la investigación, la socióloga Carmen Barros explicó que “la educación influye en la percepción de autoeficacia, es decir, en la capacidad de los adultos mayores de tener control sobre lo que les ocurre. Por tanto, la persona educada adopta un rol activo frente a su proceso de envejecimiento”.

Mejora la salud, estimula la capacidad intelectual y motiva a la persona a tener una visión positiva de su vida para encarar el futuro. Estudiar, es una de las mejores decisiones que el un ser humano puede tomar en cualquier etapa de su vida, pero en la tercera edad sus beneficios parecen ser aún mayores. -